Cuando Shelly y su esposo Rob estaban esperando un bebé tuvieron la noticia que ningún padre quiere recibir.
En la ecografía los médicos habían descubierto que el niño sufría de hidrocefalia, también llamado “cabeza de agua”, significa que hay un vacío en el cerebro que se llena de demasiado líquido. Normalmente es una enfermedad tratable, aunque los bebés no se curen totalmente, suelen poder vivir una vida normal. Pero en este caso, la gran cantidad de líquido había impedido el crecimiento del cerebro.
Dijeron que el bebé probablemente sólo iba a sobrevivir unos días después del parto, y si sobreviviera, no podría llevar una vida normal, por lo que los médicos recomendaron a Shelly y Rob realizar un aborto.
Pero Shelly no quiso escuchar las palabras de los médicos, tenía el presentimiento que todo iba a salir bien, decidió quedarse al bebé, pero en el parto, hicieron otro descubrimiento terrible, el hijo, quien recibió el nombre Noah, sólo había desarrollado un dos por ciento del cerebro y lo llevaron de inmediato a la sección de cuidados intensivos.
Independientemente de los problemas Noah iba a tener, Shelley quiso hacer todo para que su hijo tuviera la mejor calidad de vida.
El tiempo pasó y ocurrió algo que nadie habiese podido esperar, el cerebro de Noah comenzó a crecer. Aunque le llevó más tiempo de lo común para su edad, aprendió la mayoría de las cosas que hacían los demás niños de su edad, a los cuatro años casi había alcanzado a los otros niños.
Ahora, Noah es un niño feliz y energético, la familia está optimista sobre el futuro aunque todavía necesita asistencia sanitaria y terapia.
Su caso es tan poco común que médicos de todo el mundo se interesan por su desarrollo.
Noah es un niño milagro que conquista a todo el mundo.
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