Brad Soden estaba en la mitad de su vida. Este ex soldado estadounidense participó en la primera guerra de Irak, y posteriormente fue bombero y tuvo la oportunidad de salvar muchas vidas.
Junto con su pareja, Liz, y sus tres hijos, vivía en Phoenix, Arizona.
Por muchas razones se podría decir que Brad tenía una buena vida. Era un hombre feliz.
Pero el 15 de agosto de 1999 todo cambió para siempre.
Brad viajaba con Liz y los niños en el coche – Liz conducía – cuando de repente el neumático delantero izquierdo explotó.
Liz perdió el control del coche y se salieron de la carretera. Los tres niños de la pareja salieron ilesos, solo tenían algunos moretones.
Brad se rompió la pierna pero Liz salió peor parada: se rompió una vértebra de la espalda y quedó paralizada de cintura para abajo.
La llevaron de inmediato al hospital y la sometieron a una intervención quirúrgica. Cuando despertó, recibió el diagnóstico médico. Ella pensaba que iba a morir.
En shock todavía tras lo ocurrido pidió a Bad, quien todavía era su novio, que la dejara y buscara a «una chica normal».
¿Cómo reaccionó Brad? Se puso de rodillas y la pidió en matrimonio, en el mismo hospital.
Por supuesto Liz aceptó enseguida. La boda supuso una rayo de alegría en mitad de la tragedia.
Pronto empezó el largo camino de la recuperación, un proceso que toda la familia apoyó desde el inicio.
Aunque Liz era una mujer muy fuerte, la transición hacía una nueva vida sentada en una silla de ruedas era muy difícil de llevar.
Sobre todo teniendo en cuenta que el hobby preferido de la familia, senderismo por la naturaleza, ya no lo podrían realizar.
En alguna ocasión, tras el accidente, Liz trató de participar pero pronto se dio cuenta de la cruda realidad: la silla de ruedas no le permitiría visitar los terrenos escarpados que tanto le gustaban.
En una ocasión, estando todos en el campo, decidieron seguir las huellas de un alce. Liz tuvo sin embargo que permanecer en terreno llano.
Con lágrimas en los ojos pidió a su familia continuar y dejarla esperando. Brad no pudo resistir esa imagen y decidió que nunca más esta situación volvería a ocurrir.
Durante su tiempo en el ejército Brad trabajó como técnico de mantenimiento siendo responsable del mantenimiento y limpieza de tanques.
Con su experiencia, Brad ideó construir una silla de rueda todo terreno para que Liz pudiera seguirles siempre.
Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Su construcción no era fácil.
A veces se atascaba con algún problema. Había días que no salía apenas del garaje, perdiendo la paciencia.
Fuertes golpes y alguna que otra blasfemia salían del garaje. Los vecinos y la misma Liz tuvieron que acostumbrarse a ellos.
El mayor reto, según Brad, era construir un silencioso motor eléctrico con capacidad para desplazarse por campo abierto y por zonas de acampada.
Tras un número incontable de horas, Brad consiguió lo que se proponía. Llevó a Liz al garaje y la sorprendió con una silla muy especial de ruedas diseñada con ruedas de tanque «ruedas de oruga».
Este nuevo invento, la silla de ruedas todo terreno, no pasó desapercibida, llamando la atención de los directivos de la empresa de alta tecnología NPC Robotics.
La empresa valoró y apoyó los esfuerzos de Brad, construyendo un nuevo prototipo basado en el modelo inicial de Brad. Liz consiguió una nueva silla de ruedas silenciosa, rápida y capaz de adentrarse en cualquier tipo de terreno.
Y es ahora cuando los hijos y Brad tienen dificultad en seguir a Liz en sus escapadas por la naturaleza.
¡Menudo invento! Brad no solo mostró su enorme amor por Liz sino que también asombró con su enorme capacidad de inventiva y su voluntad por conseguir lo imposible.
Mucho tenemos que aprender de esta familia.
Me encanta ver que existe muchísimo amor entre las personas.
Cuando alguien cae en la familia, los demás están ahí para levantarlo.
¡Considera compartir esta maravillosa historia de un increíble padre y esposo como lo es Brad!
