Pero cuando Josh se sentó allí, profundamente deprimido y decidido a quitarse la vida, escuchó un movimiento entre los arbustos de la casa.
«Vino hacia mí y empezó a restregarse por mi pierna. Quería que lo acariciara. Entonces exploté, empecé a llorar. Quizás sabía cómo me sentía», dice Josh.
Después de un día, Josh empezó a alimentar al gatito. Normalmente terminaban con el gato durmiendo una siesta en sus rodillas.
Cuando Josh lloraba el gato acudía corriendo. Josh empezó a sentir que tenía una función en su vida y que el gato significaba algo para él.
Josh pronto llamó a este gato sin techo «Scout».
«Dejé de pensar sobre todos mis problemas y empecé a pensar en sus problemas», dice Josh.
Un día, cuando Josh vino de su nuevo trabajo el gato se había ido. No podían encontrar a Scout y los días pasaban, entonces Josh notó el tremendo impacto que tuvo el gato en su vida.
Era difícil olvidarse de su ángel de la guarda.
Meses después Josh y su novia fueron a un centro de adopción, el Refugio de animales Fort Riley.
Miraron a todos los gatos que necesitaban un nuevo hogar. De repente Josh vio unas patas y se quedó de piedra.
«Vi a un pequeño gatito blanco y negro tratando de alcanzar mi brazo iquierdo. Miré en la jaula y vi que era el mismo gato blanco y negro, era Scout. Abrí la jaula y lo tomé, lo abracé adecuadamente», dice Josh.
Josh adoptó a Scout y ahora pueden volver a estar juntos. Como pueden imaginar estos dos amigos son inseparables.