La maestra pide a los niños que acosen. Cuando revela por qué todos se quedan mudos.

Una mañana decidí pasar por el supermercado a comprar unas manzanas para la reunión en el colegio (donde hablamos en círculo compartiendo nuevas cosas). Comenté a mis alumnos que probaríamos algo nuevo ese día, les mostré dos manzanas y pedí que hicieran una lista de todas las diferencias que podían encontrar entre las dos manzanas. Tenían la misma forma y el mismo color, una era un poco más brillante y más grande que la otra pero eran las únicas diferencias notables.

Luego alcé la manzana que tenía cuyo color era un poco diferente y dije “¡Uyyy, qué manzana más asquerosa! Y la dejé caer al suelo, los alumnos me miraron como si estuviera LOCA. Algunos se rieron incómodamente pero la mayoría pensaba que había perdido la cabeza.

Luego tomé la manzana y se la di al alumno que estaba sentado a mi lado y le dije “¿Verdad que esta manzana se ve mal? ¡Deberías decirle algo despreciativo y hacer lo mismo que yo!” Otra vez les enseñé a qué me refería, dejando caer la manzana al suelo delante de mí. “Luego puedes pasar la manzana a la siguiente persona a tu lado para que también pueda decir algo malo sobre la manzana.”

Para hacer una larga historia corta, mis alumnos se pusieron creativos inventando cosas malas y despreciativas a la manzana y dejándola caer al suelo. “¡Odio tu cáscara!”, “¡Qué color más feo tienes!”, “¡Tu tallo es demasiado corto!”, ”¡Debes estar llena de lombrices!” etc.

Cuando la manzana había dado una vuelta entera y regresó a mí, todos los alumnos habían tenido la oportunidad de insultarla, sinceramente comencé a sentir empatía por esa fruta… En fin, alcé ambas manzanas delante de mis alumnos para que pudieran verlas bien y les pedí de nuevo que nombraran las diferencias y similitudes entre las dos manzanas. Me dijeron las mismas cosas que antes, no había grandes diferencias, a pesar de que habían dejado caer una de las manzanas varias veces no parecía estar dañada.

Luego pregunté a mis alumnos quién quería probar la manzana, sin duda todos querían comerla…porque era COMIDA… TODOS alzaron la mano para mostrar que querían la manzana.

Saqué una bandeja y un cuchillo y comencé a cortar la manzana brillante en pequeños pedazos, estaba perfecta y todos mis alumnos la comieron encantadamente.

Después también corté la otra manzana pero cuando la abrí estaba llena de manchas marrones, por haber recibido tantos golpes. Cuando se la mostré, todos dijeron con asco “¡Uhhhhh!”, “¡No quiero ESA manzana!”, ”¡Qué asquerosa se ve!”

Entonces les hablé con calma: “Pero todos hemos contribuido a que se vea así, ¿verdad?”, “Nosotros hicimos esto. ¿No deberíamos comerla entonces?”

Todos se quedaron quietos escuchando y seguí hablando: “Tienen que saber que esto es justo lo que hacemos a otras personas cuando decimos cosas malas que hieren, cuando hablamos tras su espalda o les llamamos feo o gordo, o les decimos que no son suficientemente buenos, o que no queremos ser su amigo… Es como dejarlos caer y les causamos daño… Muchas veces ni se ve por fuera pero en realidad son daños que son VERDADEROS y les duele interiormente. ¡No desaparecen tan fácilmente, sino que los daños sólo empeoran y crecen más profundo. ESTO” dije, alzando la manzana dañada, “es lo que nos hacemos los unos a los otros. ¡Tenemos que dejar de hacernos daño!”

Nunca antes les había visto captar algo tan rápidamente, fue un mensaje muy concreto, algunos hasta se pusieron a llorar, otros se rieron y se convirtió en una situación muy emocional pero bonito, igual a las palabras que me dijeron…Yo tenía los ojos llorosos un largo tiempo después. Varios de mis alumnos vinieron a abrazarme y dijeron que les gustó mucho que una profesora lograse entender el problema que existía entre ellos.

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