«Me senté ahí y vi a estas dos mujeres girarse para poder verla mejor (Sophia). No se inmutaron cuando las miré también. Me enfadó, me enfadó increíblemente», dice Pam.
El hombre explicó que había mirado las noticias esa tarde. Era una historia sobre una madre con un hijo con una discapacidad severa. Ella defendió su derecho a criar a su hijo y no abortar, como se lo había recomendado el médico.
«Él tan solo me miró antes de girarse y dijo: ‘ Eres una persona hermosa. Tu hija es hermosa. ¡Felicidades!'».
Pam rompió en llanto, arrojó lágrimas de alegría y compasión, porque alguien finalmente se daba cuenta de la bendición que era su hija.
Pam dijo:
«Inmediatamente empecé a llorar. Ahí me senté en medio de un café y lloré con una servilleta de papel. Este hombre era un completo extraño, pero fue uno de los primeros en felicitarme por mi hija Sohia. Fue el primer extraño que vio el valor que tenía como ser humano. En un mundo donde la gente chismorrea y se ríe de mi hija, este hombre vio lo mucho que ella importa».
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