Desconocida defiende con coraje a una madre de acogida de la que se burlan en el hipermercado

Esta es la historia de Lindsay, que ella misma compartió en Facebook: 

«ADVERTENCIA: personas insensibles de la cola de Walmart:

Anoche en la cola del supermercado. Delante de mí había una mujer intentando poner orden y lidiar con 5 niños (cosa que no me parece nada extraña, es así con niños), unos eran caucásicos y otros latinoamericanos (la verdad, algo en lo que no reparé hasta que lo mencionaron). 

Sí, digo lo mencionaron. 

Las personas que estaban detrás de mí en la cola comenzó a susurrar, en volumen muy alto y desde luego no de susurro, diciendo esto: 

«¿De cuántos padres diferentes crees que son los niños?

«Ni siquiera les puede poner buenas ropas para el frío. 

«Espera, que seguro que está a punto de sacar los cupones de las ayudas públicas para pagar».

Calmé a mi hijo de 3 años con unos caramelos que encontré en el fondo de mi bolso e, incrédula, me volví hacia la pareja bien vestida que estaba soltando por su boca tanta BASURA. 

Miré entonces delante de mí y vi a una mujer separando diferentes prendas de ropa, abrigos, zapatos, calcetines, ropa interior, de la comida, con bolsas negras de plástico. 

Y con ella había cinco niños, dos con el mismo pelo rubio, con abrigos y zapatos para el frío, y tres preciosos niños morenos con ojos marrones, tristes ojos, que vestían pantalones cortos y calzaban chanclas de verano. 

Y es verdad, la mujer estaba intentando aclararse con los cupones de comida de ayudas públicas y las tarjetas y no sabía qué botones tenía que pulsar para cumpletar las transaciones. 

Mientras, por detrás escuché un fuerte suspiro acompañado de una frase: «Ahí están nuestros impuestos, funcionando perfectamente». 

Entonces salté como sólo una madre de 9 hijos podría hacerlo. 

Me acerqué y le dije con amabilidad. «¿Puedo ayudarla? Estas cosas son muy confusas». La mujer me miró. «¿Adoptados o acogidos? Le pregunté en voz baja. Yo tengo 9 niños… 2 biológicos… Lo entiendo, déjame ayudarte».

Ella sonrió avergonzada y dijo: «Nueva madre de acogida, es mi primera vez usando estos cupones, llegaron hace tres días, van a estar con nosotros un tiempo. Nos han dado cupones para la comida, pero los niños necesitan también ropa y aún no nos han llegado las ayudas.»

Yo miré a los niños y sonreí, y entonces me volví hacia ella y le dije: «Preciosos niños. Me alegro de que os tengáis los unos a los otros». 

Le mostré cómo usar los cupones mientras la estúpida pareja de detrás suspiraba. 

Le expliqué que no tenía que separa los artículos, que el ordenador ya lo hacía por sí solo al leer el código, y cómo pagar la diferencia entre comida y otros artículos después de pasar la tarjeta. 

Entregó un abrigo nuevo a cada niño y cargó su carro. Cuando se estaba yendo, la abracé de lado y le dije, «tú puedes». 

Cuando ya la mujer no me podía oír, me di la vuelta, con lágrimas en los ojos, y le dije a la pareja bien vestida de detrás de mí.  

¿Esos niños? Perdieron el derecho de estar con sus padres hace sólo unos días. ¿Esas ropas? Probablemente la única ropa propia que tienen, o con la que dejaron su casa. 

¿ESA mujer? Abrió su casa a esos niños, niños que necesitaban un lugar seguro, porque en el que vivían ya no es seguro para ellos. ¿Los cupones para comprar la comida? Algo que una madre recibe cuando tiene que alimentar tres nuevas bocas. No hay suficientes personas como ella en este mundo». 

Me di la vuelta y comencé a poner mis productos en la cinta, y entonces me volví hacia ellos de nuevo… 

Voz temblorosa:
«Y aunque esos niños fuesen todos suyos y tuviese una docena de hijos de distintos padres, y usase las ayudas del gobierno para comprar comida… ningún niño en este país, ni en ningún otro, merece pasar hambre ni frío. Lo siento, ¿pero su comportamiento? Lamentable, muy lamentable.»

Mis «nuevos amigos» abandonaron la fila y se fueron a otra, en silencio. 

Yo me compré una bolsa de chocolatinas M&Ms…

Conforme terminé de tomar mis cosas y pagar, la cajera me sonrió: «Madre soltera con ayudas de gobierno (refiriéndose a sí misma). ¿Lo que ha dicho? Genial.»

Yo hice una mueca y dije: «Gracias, no estaba segura de si había me había pasado… Dale un abrazo a tus niños esta noche». 

Y ella dijo: «Tú también a los tuyos. Que tengas una buena noche, señora». 

Lloré con ganas cuando ya estuve en mi coche/auto. Puse a mi hijo en la sillita, coloqué las cosas dentro… y abrí ese paquete de chocolatinas M&Ms.

Madres de acogida de todas partes… Mantened vuestras cabezas altas, sois las manos y los corazones estables y fuertes para esos pequeños cuando más lo necesitan. 

Quitémonos el sombre por todas esas madres y padres de acogida, y mucho amor para todos hoy. ♡♡»

Ésta es la publicación original de Lindsay en Facebook:

¡Comparte las pontentes palabras de Lindsay con todos para que todos sepan el fantástico trabajo que hacen los fantásticos padres de acogida!

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