El sueño de Tammy Koz siempre fue convertirse en madre, pero tras casarse y ponerse manos a la obra con su marido descubrió que hacer su sueño realidad no iba a ser tan sencillo.
Tammy sufre de lupus, una enfermedad autoinmune crónica, lo que según los médicos implicaba que ella tenía altas probabilidades de sufrir un aborto.
Pero las ganas de Tammy y su marido Eric de ser padres eran tan grandes que siguieron adelante con su proyecto de convertirse en una familia.
Cuando finalmente Tammy se quedó embarazada, tuvo que guardar reposo durante gran parte de su estado. Sin embargo, al cabo de unas semanas los médicos le dieron una mala noticia: el bebé no estaba creciendo en su útero al ritmo que se esperaba, y si nacía tenía pocas posibilidades de sobrevivir.
Cada día, Tammy tenía que acudir a la consulta para que le confirmaran que el bebé que tenía en su vientre estaba vivo. Lágrimas ruedan por sus mejillas sólo para recordar ese terrible calvario.
Cuando el embarazo llegó a las 27 semanas, los médicos fueron tajantes. Había que practicar una cesárea para sacar al bebé o éste moriría, escribe Huffpost.
Así fue como nació Zoe, con tan sólo 300 gramos de peso. Los médicos sólo le daban un 5% de probabilidades de sobrevivir.
Pero esta pequeña desafió a todos los pronósticos y pasados seis meses en el hospital, sus padres pudieron por fin llevársela a casa.
Zoe es ahora una niña de 12 años sana y vivaracha, un auténtico milagro viviente. Y vive feliz junto a su familia. ¡Tiene incluso una hermanita pequeña!
Nos alegramos mucho por esta pareja que ha pasado por mucho para poder tener hijos. ¡Esto nos recuerda que nunca hay que perder la fe porque los milagros siempre pueden ocurrir! ¿Y ustedes han sido testigos alguna vez de algún milagro semejante?