Cuando Andrew Sechrist, de Seattle, decidió llevar a sus cuatro hijos a un parque acuático cercano, no creía que lo único que se iba a traer al volver a casa era un conjunto de malos recuerdos.
«Todo iba desarrollándose muy bien durante 15 minutos» dijo Andrew a CafeMom. Pero de repente, su hijo Jackson de 17 años comenzó a gritar.
«Vi a Jackson a un lado a unos metros de un juguete acuático. Corrí hacia allí, pensando que se había caído, para consolarlo», explicó Sechrist.
«Lo tomé en brazos y lo saqué de allí, pero estaba inconsolable».
Andrew intentó secar a su hijo, aún sin percatarse de la gravedad del problema. Sin embargo, cuando llegó a los pies del pequeño Jackson, se dio cuenta de que algo estaba mal.
«Podía sentir el calor saliendo de ellos», dijo. «Miré hacia abajo y noté que la piel se había derretido básicamente en la parte inferior de sus dos pies.»
Lo que ocurrió es que Jackson había caminado sobre una rejilla eléctrica de metal, una que había estado continuamente bajo un sol así que tenían una muy alta temperatura.
Según Q13 Fox, Sechrist comentó que los pies de su hijo estaban «blancos» y en una terrible condición.
Q13 Fox comprobó el calor de la rejilla al día siguiente y el calor que se desprendía de ella alcanzaba casi los 54 grados.
Sechrist dijo: «Si coloco la mano ahí, no puedo mantenerla ni más de medio segundo, y mi hijo de un año y medio la pasó por encima andando.
Un viaje al hospital
La mujer de Sechrist se llevó a sus otros tres hijos a casa, mientras que Sechrist se fue de inmediato con Jackson al hospital infantil de Seattle.
Tras varios controles, los médicos concluyeron que Jackson había sufrido quemaduras de segundo grado. Lo transfirieron al Centro Médico Harborview Medical para que le viera un especialista en quemaduras.