La solución de Austin fue simple: cuanto más educado es el cliente, menos paga por el café. El letrero en la entrada del café dice:
«Café pequeño»
$ 5
«Café pequeño, por favor».
$ 3
«Hola, un café pequeño, por favor».
$ 1.75
Los nuevos precios de la cafetería ayudan a los clientes a recordar que las personas que trabajan detrás de la barra y el mostrador son seres humanos con sentimientos.
«Decidí que tenía que resolver las injusticias del mundo empezando por cobrar más a las personas que no se tomaron el tiempo de saludar y conectarse, y darse cuenta de que quiénes están detrás del mostrador son personas», dijo Simms.
En este video, en inglés, puedes conocer de primera mano al ingenioso dueño de este local:
[arve url=»https://youtu.be/BtMjxZ3s0cM» /]
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