Ari Kimari acababa de sacar el autobús del garaje un martes por la mañana cuando vio algo fuera de lo normal. El suelo estaba cubierto de nieve y Ari notó algo oscuro tirado junto a la carretera. Cuando pasó aquel objeto extraño Ari pensó que vio que se movía, así que volvió atrás y miró de nuevo.
«Era un hombre de edad media. Estaba vestido con sus pantalones, una camiseta y una chaqueta finas, con zapatos pero sin calcetines», contó el conductor de autobús al diario sueco Falköpings Tidning.
Ari se dio cuenta de que el hombre se iba a morir congelado si se quedaba ahí, así que rápidamente le subió al autobús calefactado.
Tenía poco tiempo y pensó que los servicios de emergencias iban a tardar demasiado, así que llevó al hombre a la calentita sala de espera de la principal estación de autobús.
Ari entonces regresó a la ruta de su autobús y volvió a la estación unas horas después. El hombre todavía estaba en la estación, pero con él estaba una persona que decía conocerle y que le iba a ayudar.
Ari explicó a Falköpings Tidning, «¿A quién acudes cuando pasa algo así? Lo resolví a mi manera y me aseguré de sacarlo del frío. Obviamente, quería hacer más por él, pero dicho esto no sabía a quién contactar».
Es entendible que Ari no sabía qué hacer, pero si no se hubiera detenido nadie habría notado al hombre en la nieve.
El mundo necesita a más gente como Ari, que intervenga cuando alguien está en apuros. ¡Compárte esto si estás de acuerdo!