Molly es una bebé que nació prematuramente 7 semanas antes de lo esperado. Un día empezó a llorar descontroladamente, parecía que algo le dolía.
Los padres no entendían la causa, hasta que su papá, Scott, le quitó un calcetín y vio que tenía un cabello enredado en uno de sus deditos, que estaba siendo estrangulado.
Su mamá se lo quitó usando unas pinzas y Molly pudo recuperarse.
Según el pediatra, incidentes como este son más comunes de lo que pensamos. Por eso es conveniente que ante la duda nos fijemos bien en sus piececitos, para evitar que algo como esto termine provocando no sólo el sufrimiento del bebé sino males mayores.
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