Durante dos años, investigadores de la Universidad de Alabama, en Estados Unidos, trató de hallar el vínculo entre los tatuajes y el resfriado común, así constataron que nuestro sistema immune se ve fortalecido tras más de una sesión de tatujaes.
Los científicos fueron a centros de tatuaje y analizaron la saliva de clientes antes y después de hacérselos.
Lo que comprobaron es que justo después de recibir su primer tatuaje los niveles de inmunoglobulina, responsable de combatir infecciones comunes como el resfriado, descendían y la hormona del estrés cortisol, que interfiere con el sistema imunológico, bajaba.
Pero cuando se sometían a una segunda sesión de tatuajes, este desnivel se producía en menor medida, es decir, la inmunoglobulina no bajaba tanto y el cortisol se mantenía más estable.
Los expertos lo comparan a un atleta que somete su cuerpo a rutinas de ejercicios frecuentes. Su cuerpo poco a poco se va adaptando a experimentar situaciones de estrés haciéndose más fuerte.