Todos los que tienen hijos y en algún momento los han perdido de vista un segundo, sienten una sensación de terror inmensa en el cuerpo. Una mezcla de peligro, miedo y confusión te corre por dentro y es una experiencia que no se la deseas ni a tu peor enemigo.
Durante el mes de octubre de hace dos años la madre Chelsea Nobel se despertó en mitad de la noche con la sensación de que algo terrible estaba pasando.
Se dirigió al cuarto de su hijo pequeño William, de 2 años, para ver que todo estaba bien, y se dio cuenta de que no estaba en su cama. Había desaparecido y no estaba por ninguna parte.
Tras buscar en toda la casa sin éxito, decidió llamar a la policía.
Perros, policías, helicópteros, voluntarios, todos ayudaban en la búsqueda del niño – mientras el tiempo corría en su contra. Cuanto más tiempo el niño estaba desaparecido, menos eran las posibilidades de encontrarlo con vida.
Pero William seguía desaparecido.
Finalmente un policía descubrió unas huellas en la nieve.
Los especialistas estaban convencidos de que las huellas pertenecían a William, pero a su lado había otras pisadas de alguien más – y no eran de una persona sino que pertenecían a un animal.
William obviamente no estaba solo. ¿Pero quiera era quién lo acompañaba?
Pasadas siete horas desde la desaparición de William, la preocupación de la madre Chelsea aumentó. Y sinceramente la entiendo perfectamente – si me hubiera ocurrido a mi, hubiera colapsado y hubiera afectado a toda mi familia.
Si retrocedemos en el tiempo tan solo unas horas antes, algo había ocurrido en la zona.
Otro niño de 10 años, Blake Carroll, volvía a casa de la escuela cuando escuchó el claxon de un vehículo. Al mismo tiempo, vio a un perro gimiendo y tratando de entrar en el auto. El auto pertenecía al tío de Blake.
Pronto Blake vio a un niño sentado al volante e inmediatamente le gritó a su tío. Dentro del coche estaba sentado William llorando.
De inmediato se puso en conocimiento de las autoridades y cesó la búsqueda. Habían encontrado a William y el niño pudo volver a su casa con su madre.
A pesar de que el pequeño de 2 años había desaparecido durante siete horas, estaba en buen estado y tan solo tenía alguna picadura de mosquito.
William no hablaba y tenía autismo. Y no era del todo seguro que hubiera respondido si alguien lo hubiera llamado.
Según WLOX News, la madre de Williams estaba feliz al reencontrarse con su hijo.
Sin embargo, Chelsea fue acusada por descuidar a su hijo. La policía y las autoridades creían que ella había sido negligente con el cuidado de su hijo.
Y en mitad de todo lo ocurrido, había un héroe.
El perro Jezebel se negó a apartarse de William, mientras estuvo desaparecido. Nadie sabe lo que hubiera podido sucederle al niño de no estar él a su lado. Según la policía, el perro protegió a William en todo momento.
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