Cuando el hijo de Ruth, Nolan, tenía solo tres años, comenzó sentirse mal. Al principio no parecía nada fuera de lo común. Pero cuando Nolan comenzó a tener dificultades para respirar mientras dormía, Ruth decidió llevarlo al hospital.
Tras desarrollar una resistencia a los antibióticos, al inhalador de sal y al vapor (para combatir la supuesta infección sinusal que tenía) los médicos decidieron extirpar las amígdalas de Nolan y las adenoides inflamadas. La cirugía se llevó a cabo en el año 2015.
Pero cuando se le hicieron pruebas en los tejidos, se comprobó que Nolan sufría de rabdomiosarcoma, un tipo de cáncer que afecta el tejido blando del cuerpo.
En solo un día, la vida de la familia Scully cambió completamente. Y todo comenzó a girar en torno a las visitas al hospital, la quimioterapia y la radioterapia.
La familia rezó y esperó un milagro; Oraban para que Nolan pudiera ganar su lucha contra el cáncer contra todo pronóstico.
Siempre cerca de su mamá
Mientras Nolan estaba enfermo, nunca quería estar lejos de su madre. Y cuando ésta se duchaba o iba al baño, él se acostaba en la alfombra de la ducha y la esperaba.
Y un día de febrero de 2017, los oncólogos que habían ayudado a Nolan en su batalla les dieron la noticia. Nolan ya no tendría que sufrir; los tratamientos se habían agotado. Ruth entendió entonces que no les quedaban muchos días juntos.
La desconsolada mamá le dijo a Nolan que ya no tendría que pelear más. Se sintió aliviado, pero al mismo tiempo le preocupaba que estuviera decepcionando a su madre. Ruth se dio cuenta de que Nolan había estado luchando todo el tiempo que tenía por ella.
La familia preparó las cosas para irse a casa y sentirse más cómodos allí. Sin embargo, cuando era hora de irse, Nolan le dijo a su madre que quería permanecer en el hospital.
Después de 36 horas, Ruth le preguntó a su bebé moribundo si podía darse una ducha rápida.
Cuando Ruth regresó, unos minutos más tarde, Nolan había caído en un sueño profundo, y su nivel de oxígeno se estaba reduciendo…
Ruth se echó en la cama, al lado de su hijo, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo con Nolan. Y de repente en lo que su madre describe como un «milagro», Nolan se despertó, sonrió a su madre y le dijo: «Te quiero mami».
Nolan se volvió a dormir para no despertarse nunca más.
La visión de la estera del baño siempre será una causa de dolor para Ruth, pero al mismo tiempo será algo que la llenará de amor. Nunca olvidará cómo Nolan solía estar allí esperándola.
No puedo imaginar la sensación total de vacío que sienten los padres cuando se les muere un hijo. No paré de llorar mientras escribía esto y no creo que mi tristeza desaparezca tan pronto.
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