El día en que iba a dar a luz Jena estaba desconsolada. Tras nueve meses de embarazo llegaba el gran día y su marido, Joseph Kunkel, un soldado del ejército estadounidense, no estaba allí para acompañarla. Le dolía mucho estar sola en un día que marcaría sus vidas para siempre, la esperada llegada de su pequeña niña.
Lamentablemente, Joseph tenía que participar en una importante misión justo en el día del parto. “Desearía poder estar ahí…”, le dijo. “Yo también desearía que estuvieses”.
Entristecida y sintiéndose muy sola, Jena empezó a sentir unos fortísimos dolores a medida que se acercaba la hora, así que pidió a las enfermeras que llamaran al anestesista.
Pero cuando éste apareció, la futura mamá no se lo podía creer. ¡Estalló en alegría!
Tienes que ver el por qué aquí abajo.
¡Menuda sorpresa! Al parecer el vuelo de este soldado fue cancelado y un compañero lo llevó en automóvil hasta el hospital donde se encontraba Jena.
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