Estar embarazada y esperar un hijo es una experiencia fantástica, a pesar de las incomodidades que puede conllevar un embarazo complicado.
Como los demás padres, Sarah y Trevor Topilko, de Edmonton, estaban ilusionados con la idea de formar una familia.
Pero a mitad del embarazo, aparecieron complicaciones, Sarha sufría síndrome HELLP, una grave enfermedad que puede aparecer en mujeres embarazadas.
Esta enfermedad puede conllevar un alto riesgo de complicaciones graves para la madre y Sarah fue llevabada inmediatamente a los servicios de cirugía de urgencias.
Pero no solo la vida de Sarah corría peligro, también su bebé, que estaba en su semana 27 de gestación.
El niño, al que llamaron Connor, era más pequeño que la palma de la mano, y pesaba menos de 900 gramos.
Pero con cada respiración luchaba por su vida.
Sarah sobrevivió a la operación de urgencia.
Cuando Sarah por fin pudo ver a su hijo, el bebé estaba rodeado de tubos por todo su pequeñísimo cuerpo.
«Me llevaron en una silla de ruedas hasta donde estaba él, porque yo aún estaba muy débil. Cuando llegué allí y miré la incubadora, traté de levantarme, pero mis rodillas no aguantaron el esfuerzo y volví a caer. Gracias que una enfermera puedo ayudarme», cuenta Sarah.
Pero no se trataba de cualquier persona la que intervino.
La enfermera, Gwenn O’Neil, fue la que vigiló y cuidó de Connor durante los 65 días que tuvo que pasar en el hospital.
La enfermera Gwenn O’Neil trabaja en la sección de neonatos del hospital Edmonton y se encarga de cuidar a estos pequeños pacientes como si fueran sus propios hijos.
Sarah dice que Gwenn le dio a la pareja el sentimiento de normalidad que necesitaba durante todo ese estresante tiempo de incertidumbre.
Gwenn incluso le tejió ella misma ropita a Connor. Como era tan pequeño no había ropa en las tiendas para él.
”Le hizo incluso pequeños agujeros en la ropa por los que poder pasar los tubos. Fue, posiblemente, el mejor regalo que pudieran hacernos», cuenta Sarah a Alberta Health Services.
Dos semanas después había llegado el momento previsto para la boda de Sarah y Tervor.
Pero en medio del caos, la pareja en lo último en lo que pensaba era en celebrar el día de su boda, pero Gwenn tenía otros planes.
La enfermera le pidió a la pareja que saliese del hospital por un rato, que les invitaba a comer en un restaurante para que también puedisen dedicarse un tiempo el uno al otro. Ella estaría en el hospital cuidando de Connor.
”Sin ella hubiese sido mucho más difícil. Gwenn hizo mucho más que su trabajo, nos hizo sentir seguros. Nos hizo sentir como si fuésemos familia», cuenta Trevor.
Gracias a su fantástico apoyo y su experiencia como enfermera, Connor fue mejorando cada día, hasta que un día estuvo lo suficientemente fuerte para ir a casa con sus padres.
Cuatro años más tarde, Connor está completamente sano, pero la familia Topilko nunca olvidará lo que la enfermera Gwenn hizo por ellos.
Sin su cuidado y apoyo, Connor nunca hubiese sobrevivido.
Así que la familia decidió darle las gracias a Gwenn de una forma especial, ¡una sorpresa en el hospital!
El pequeño Connor, que ahora está lleno de vida, le entregó un ramo de flores y unos bombones que pesaban lo mismo que él cuando llegó al mundo, 900 gramos.
La enfermera no pudo contener las lágrimas.
A partir del minuto 2:45 puedes ver el precioso encuentro:
Pasar tiempo en un hospital nunca es diveritdo, pero gracias a personas con un corazón tan grande como el de Gwenn, se puede tener esperanza en los peores momentos.
A pesar de las difíciles condicioens de trabajo, con largas jornadas, casi siempre bajos salarios, y estresantes responsabilidades, los profesionales del mundo de la medicina hacen todo lo posible por hacer que no sintanos seguros.
Un enorme gracias para Gwenn y todos los demás profesionales que cuidan de sus pacientes como si fueran su familia.
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