Andrea West conoció a su marido en el último año de facultad. Fue amor a primera vista y una vez acabados los estudios se mudaron a la ciudad natal de Andrea. No tardaron mucho en comprometerse y muy pronto supieron que esperaban su primer hijo. Andrea estaba radiante de felicidad.
Pero la alegría se transformó en tristeza once semanas después.
Andrea tuvo un aborto.
Y esto es lo que escribe Andrea en la página de Facebook Love What Matters:
”Estaba destrozada. No sabía qué hacer, ni con quién hablar sobre ello, ni quién me iba a ayudar. Tampoco sabía en aquel entonces que una de cada cuatro mujeres sufre un aborto, porque nadie habla sobre ello. No sabía tampoco si alguna vez me podría quedar embarazada de nuevo».
Pasados unos meses Andrea estaba más tranquila, gracias sobre todo al apoyo de su marido. Y pronto se quedó de nuevo embarazada.
Esta vez se prometió a sí misma cuidarse y hacer lo correcto. Dejó de beber sus adorados refrescos y dejó de comer carne cruda, queso sin pasteurizar y sushi.
Se leyó todo lo que se tenía que leer sobre el embarazo. Esta vez debía ir todo bien.
Y el tiempo pasó sin demasiadas complicaciones. Y en el momento debido llegaron los dolores del parto. Los futuros padres se dirigieron a la maternidad y las comadronas se hicieron cargo de ellos.
Andrea, que solo tenía algunas contracciones iniciales, iba a ser enviada de vuelta a casa cuando la comadrona pensó que quizás sería mejor hacerle una ecografía.
Se vieron obligados a provocarle las contracciones
La ecografía mostró que apenas quedaba líquido amniótico en la placenta. Así que tuvieron que provocarle las contracciones de inmediato.
El parto fue bien y antes de que llegara la noche, Andrea había tenido a su bebé, Adam.
Pero el marido de Andrea no pudo nunca ayudar a cortar el cordón umbilical como estaba planeado en un principio.
Se llevaron de inmediato a Adam. Y comprendieron que algo había pasado. Finalmente el esposo de Andrea se acercó a los médicos que estaban alrededor de Adam y vio a su hijo. Tan pronto como vio al bebé se dio la vuelta, miró a Andrea y le dijo esta desgarradora frase: «Creo que hay algo mal en las piernas de Adam».
20 personar rodeaban a Adam y cuanto más tiempo pasaba, más preocupados estaban los nuevos padres.
La madre de Andreas se fue a buscar a más familiares y su marido se marchó a buscar a sus padres. De repente, Andrea se quedó sola en la sala y no sabía qué hacer. Nadie le había dicho lo que le pasaba a su hijo.
El lado derecho del estómago y toda la pierna derecha estaban cubiertos por un moteado cutáneo reticulado de color violáceo.
Cutis marmorata telangiectatica congénita
Finalmente a Adam le diagnosticaron Cutis marmorata telangiectatica congénita, CMTC, una rara malformación vascular.
Andrea y su esposo no sabían cómo reaccionar ante esta información. En el momento de nacer su hijo había solamente 500 casos detectados en el mundo con esa enfermedad.
Adam tuvo que hacerse innumerables pruebas que afortunadamente superó bien. Andrea estuvo mucho tiempo con su hijo en cuidados intensivos hasta que finalmente le dieron el alta y pudo ir a casa con una serie de restricciones.
Pero a medida que pasaba el tiempo, Adam mostraba ser un verdadero luchador.
Hoy es un chico alegre a quien le gusta las matemáticas y jugar al ajedrez. Ha probado incluso algunos deportes a pesar de la debilidad de la pierna afectada.
Pero aunque es un chico especial, no ve su discapacidad como un límite.
A pesar de un difícil comienzo, la familia West es hoy una familia feliz. Suerte que Adam es una auténtico luchador.
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