En 1978 Jen fue dada en adopción cuando era tan solo una recién nacida. Durante los tres primeros meses vivió con una familia de acogida antes de finalmente ser adoptada por la que se convirtió en su familia.
Cuando Jen tenía siete años supo por primera vez que había sigo adoptada. Esa información fue un gran golpe para ella, y tuvo que luchar por encontrar un sitio en el mundo. Sufrió una pequeña crisis de identidad y quería saber más sobre de dónde venía. Y comenzó su caza en busca de respuestas.
Para aquellos que han sido adoptados, un viaje de este tipo en búsqueda de los padres biológicos puede ser muy frustrante. Es un proceso muy duro que puede conducir a muchas pistas falsas.
Jen buscó en los registros y comparó ADN. Creó un árbol genealógico. Incluso llegó a hacer una entrevista en la televisión local – pero nada funcionó. Estaba convencida que nadie la estaba buscando como ella lo hacía.
Unos años más tarde Jen consiguió otra pista. Era el año 2015 y descubrió un nuevo y cuarto primo que quizá podría ayudarla a encontrar algo nuevo. Jen cruzó los dedos.
Y con la ayuda de un experto en la búsqueda de antepasados, juntos hicieron una lista de aquellas que podrían ser su madre. ¡Y sus siete posibles hermanos!
Esto significaba grandes noticias para Jen.
– Cuando pude ver la foto, me di cuenta de inmediato. Tenían que ser ellos, comenta en su propio canal de Youtube.
Y decidió escribir una carta, pero no resultó ser muy fácil.
– Le escribí y le volví a escribir.
Pero la carta fue devuelta. Jen lo volvió a intentar de nuevo – y pasó lo mismo. Y ello a creer que su madre evitaba su carta.
Y comenzó a sentirse desesperada. Pero repentinamente sonó el teléfono.
El 6 de mayo por la noche Jen recibió un mensaje por Facebook.
– Era de alguien que sabía que era mi hermana.
Antes de abrir el mensaje estaba convencida de que debía contener algo así como «déjanos en paz» o algo así. Al principio le costó leer lo que ponía en el mensaje – al menos pudo ver la palabra «mi hermana pequeña, «la decisión más difícil de su vida» y «siempre te ha querido».
Al día siguiente habló por primera vez con su madre biológica.
Supo que la carta había llegado, pero la había evitado porque sospechaba que debía contener el odio de su hija hacia ella.
Dos semanas más tarde, hacía la maleta junto con su familia y comenzaba un viaje de 17 horas. La meta: encontrarse con su madre y a sus hermanos, por primera vez.
Y ahora dejamos que las fotos hablen por si solas.
¡Maravilloso! ¡Comparte y difunde la historia de Jen, para que muchos adoptados tengan esperanza si ellos mismos quieren buscar a su familia biológica!