Kristopher Boesen puede considerarse un privilegiado al haber sobrevivido a un grave accidente automovilístico, sin embargo su vida cambió para siempre.
Boesen perdió el control de su vehículo un día y chocó contra un árbol y un poste de luz. El accidente lo dejó paralítico del cuello hasta abajo. Los médicos temían que Boesen quedará inmóvil para el resto de su vida.
Entonces le ofrecieron un tratamiento experimental con células madre. Fue un procedimiento especialmente diseñado para reparar el tejido nervioso dañado al reemplazar las células. No había promesas ni garantías de recuperación, pero Kristopher sabía que tenía que intentarlo.
Y accedió al tratamiento, dirigido por el doctor Charles Liu, director del Centro de neurorestauración de la Universidad del Sur de California (USC). El equipo quirúrgico de Lui se coordinó con el Centro Nacional de Rehabilitación Rancho Los Amigos y Keck Medicine de USC, y se le inyectó una dosis experimental de 10 millones de células AST-OPC1 en la médula espinal cervical del paciente.
Un grupo especializado de enfermeras, médicos, especialistas en rehabilitación y otros profesionales médicos ayudaron a Kristopher a prepararse para la terapia. Tenía que ser capaz de proporcionar una confirmación por voz de su disposición a participar en el estudio, así como poder respirar sin su ventilador.
El proceso de preparación suele durar hasta tres semanas, pero Kristopher pudo realizarlo en cinco días. Firmó el papeleo, realizó las exploraciones necesarias y todas las pruebas pre-operatorias. Aun así, el resultado de la cirugía era una incógnita: nadie estaba completamente seguro de cuáles serían los resultados.
Como explicó el Dr. Lui, los pacientes generalmente se someten a operaciones para estabilizar su columna vertebral, pero los resultados no restauran totalmente la función motora o sensorial del área afectada.
Sin embargo, el tratamiento produjo en Kristopher mejoras muy notables. En tan solo tres semanas, Kristopher evolucionó positivamente. En ocho semanas, sus funciones motoras mejoraron, y podía hacer cosas como contestar el teléfono y mover su silla de ruedas.
Tres meses después, Kristopher pudo lavar sus dientes, trabajar en el ordenador y recuperar una gran movilidad en sus brazos y manos.
Kristopher les dio a muchas de las víctimas de accidentes algo que buscan desesperadamente: ESPERANZA. Los resultados positivos de la cirugía de células madre han cambiado su vida por segunda vez.
Ahora el objetivo de Kristopher es poder llegar un día a andar. Los médicos no le han prometido nada al respecto, pero sí continuarán trabajando hacia un futuro en el que se puedan solucionar problemas como el que enfrenta Kristopher.
Las maravillas de la ciencia moderna nunca dejan de sorprenderme. Estamos muy contentos de que Kristopher tenga otra oportunidad en la vida, todo gracias al arduo trabajo de los profesionales médicos que luchan por salvar vidas.
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