“Esta es mi esposa tomando una siesta. En una hora se despertará, se pondrá su uniforme y se preparará para ir a trabajar.
Preparará minuciosamente lo que necesita llevar al trabajo. Se peinará y maquillará muy rápido. Como siempre se quejará de que se ve cansada. Yo voy a estar en desacuerdo y le daré una taza de café.
Se sentará en el sofá con las piernas cruzadas e intentará bebérselo mientras felizmente juega con su hijo que se arrastra por el suelo.
Ocasionalmente fijará su mirada en un punto con un rostro inexpresivo mientras hablamos; preparándose en silencio para el próximo turno. Ella piensa que no me doy cuenta.
Ella besará a nuestro bebé, me besará a mí y se irá de la casa para irse a cuidar a personas que están pasando por el peor día de su vida. Accidentes de carros heridos por armas de fuego, explosiones, quemaduras – profesionales, pobres, pastores, adictos y prostitutas – madres, padres, hijos, hijas y familias – no importa quién eres o qué te ha pasado.
Ella te cuidará.
14 horas más tarde llegará a casa y se quitará los zapatos que han pisado sangre, bilis, lágrimas y hollín de unos pies doloridos. A veces no querrá hablar de eso. A veces no puede esperar para contarlo todo.
A veces llega a la casa y se ríe hasta que la risa se transforma en lágrimas y a veces sólo llega a la casa y llora. Pero no importa que, siempre estará en el hospital cuando es hora del próximo turno.
Mi mujer es enfermera. Mi mujer es una heroína.”
Si todos pudieran mostrar tanto amor, orgullo y respeto por sus amados el mundo sería mejor. ¿Y cierto que en especial enfermeras, que luchan y trabajan duro por un salario bastante bajo, se merecen todo el apoyo y reconocimiento del mundo?
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