Este chimpancé es la versión en primate de Tom Hanks en la película ‘Náufrago’. A mi me ha dejado de piedra esta historia. Es espantosa la crueldad con la que algunos humanos tratan a los animales.
Ponso, tiene 40 años y fue abandonado en una isla en Costa de Marfil hace más de 30 años, después de haber sido utilizado en pruebas médicas junto con otros compañeros. Todos los demás murieron, incluida su pareja y sus dos hijos. Sólo en el lugar, vagaba desesperado en busca de amigos.
El lugar no tiene fuentes de agua potable ni alimentos, así que la situación de Ponso era desesperada. Sobrevivía a base de la caridad de algunos lugareños, que le lanzaban bananas o pan cuando podían.
A pesar del trato cruel dispensado por los humanos, lo increíble es que Ponso tiene todavía amor para darnos. El chimpancé recibe a los recién llegados con los brazos abiertos.
Recientemente le visitó Estelle Raballand, directora de Chimpanzee Conservation Center. ¡Se le vio tan feliz recibiendo a amigos!
El chimpancé la abrazó e incluso parecía que reía cuando ella le tocó.
Ponso no es el único chimpancé abandonado a su suerte en una isla solitaria. Se cree que hay docenas de ellos en la misma situación después de que el New York Blood Center (NYBC) dejara de experimentar con ellos.
Les abandonaron en estas islas sin recursos, y el NYBC les suministró vacunas y algunos suministros por algunos años. Pero el centro anunció la pasada primavera que iba a recortar este gasto, dejando a estos chimpancés morir de hambre.
Esta decisión generó una condena general, e incluso la activista de los animales Jane Goodall la tildó de “chocante e inaceptable”.
Pero Ponso parece que fue dejado a su suerte hace varios años, y habría muerto si no lo hubiera encontrado a tiempo.
Tanto este chimpancé como los otros ahora sobreviven gracias a grupos de activistas y generosos miembros del público.
No obstante, aunque conseguir agua y alimentos para estos animales es crucial, algo que realmente necesitan también es un abrazo. Y es que estos dulces animales son tan sociables como nosotros y mantenerlos en una isla desierta es una tortura.
Está historia me conmovió mucho y no pardo de pensar en Ponso y en su triste destino. Lo que me calma un poquito es toda la gente que trabaja para ayudarlo y toda la gente que ha donado dinero.
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