Ryan Jessen es un hombre de 33 años que recientemente empezó a sufrir unos fuertes dolores de cabeza. Terminó yendo a los servicios de urgencias y ahí los médicos tuvieron que ingresarlo con un pronótico realmente serio: sufría una hemorragia cerebral.
Su situación se fue deteriorando y al final Ryan se mantenía vivo sólo gracias a una máquina de respiración mecánica. Aconsejaron desconectarle y toda su familia acudió para despedirse, incluído un miembro muy especial: su amada perra Mollie.
Ryan sufría una hemorragia cerebral y los médicos sospechan que se debió a la elevada presión provocada por su contínuo consumo de bebidas energéticas.
Mientras estaba consciente, Ryan había rogado a su familia que el perro pudiera acudir al hospital. Él adoraba a su perra Mollie y cuando los médicos dictaminaron que su situación era irreversible, sus padres pensaron que ya había llegado el momento.
El personal sanitario hizo una excepción y permitió el acceso de la perra, quien protagonizó uno de los encuentros más conmovedores que he visto.
La perra trata de hacer reaccionar a su dueño pero éste ya no puede moverse. Cuando Ryan estaba consciente quiso que la perra pudiera verle en el centro hospitalario para que pudiera explicarse el por qué de su futura ausencia.
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