Trata a los demás como quieres ser tratado, las buenas acciones también son buenas para el que las hace. La siguiente historia es un buen ejemplo. Es la historia de una camarera, Melina Salaza, y su cliente más insoportable.
Sin importar si llueve, hace sol o amenaza una gran tormenta, la camarera Melina Salazar siempre recibe a los clientes con una gran sonrisa. Esta mujer es una inspiración para todos los que están a su alrededor.
Durante 7 años Melina vio como un hombre, llamado Walter, iba a comer al restaurante cada día. Pero este comensal de 89 año no era un cliente cualquiera. Gritaba y se quejaba por todo.
El hombre creaba siempre un gran revuelo a su alrededor. A nadie le gustaba Walter y nadie lo trataba con cariño y simpatía. Excepto Melisa Salazar.
Todos los días, durante esos 7 años, trató al anciano con la misma simpatía. Lo recibía con una sonrisa. Le servía la comida con amabilidad. Y siempre que tenía la oportunidad intercambiaba unas palabras con él. Y eso a pesar de que siempre la respuesta de él estaba cargada de mal humor. Era muy exigente con su comida y Melania era la única que tenía paciencia para atenderlo.
– Él era muy antipático pero yo tuve paciencia con él y lo cuidaba, cuenta Melina.
Los años fueron pasando y la situación se repetía exactamente igual. Los encuentros era casi terapéuticos para Melina, a quien, a pesar de todo, le gustaba Walter y esperaba cada día el encuentro con el anciano. Pero un día todo cambió. Walter no apareció por el restaurante.
Entonces Melina comenzó a buscar en las esquelas de fallecidos de los periódicos locales. Y allí descubrió la triste noticia: Walter había dejado este mundo para siempre.
Al día siguiente un abogado se presentó en el restaurante. Buscaba a Melina. Se sentaron a hablar y el hombre le dijo que durante varios años había escuchado hablar a Walter de la amable camarera Melina, y cómo día tras día esperaba con ilusión su encuentro en el restaurante con ella.
Melina escuchaba con una sonrisa en los labios. Pero sólo unos segundos más tarde recibía una noticia impactante.
Pero el anciano no sólo hablaba de la amabilidad de la camarera, también había decido dejarle una parte de su herencia, casi 50.000 dólares y un automóvil. Melina no pudo contener las lágrimas cuando el abogado le dio la impactante noticia.
Las buenas acciones siempre son recompensadas, a veces de la forma más inesperada. Esta historia es una buena prueba de ello. Espero que la historia de Melina nos inspire a todos a ser siempre amables con los demás, quizá no vamos a recibir grandes herencias, pero no se pierde nada y hacemos el mundo un lugar más agradable en el que vivir.
Por eso creo que merece la pena compartir esta historia.
Abajo Melina cuenta (en inglés) su increíble historia.