Las personas tenemos la mala costumbre de juzgar a los demás demasiado rápido, de antemano y sin saber por lo que han pasado o los probemas que tienen.
A veces es difícil sentir empatía sin conocer realmente a las otras personas, pero espero que esta historia ayude a quitarnos la venda de los ojos.
Todo comienza cuando un médico es llamado para una operación de urgencia en el hospital.
Se trata de un niño que ha sufrido un accidente de tráfico. El cirujano va rápidamente hacia la sala de operaciones y en el pasillo se encuentra con el padre del niño.
Entonces escucha cómo el padre le grita:
«¿Por qué vienes tan tarde? ¿Por qué? ¿No entiendes que mi hijo está luchando por su vida? ¡Esto es inaceptable e irresponsable!».
El médico le dijo con delicadeza:
”Lo siento. Acabo de llegar al hospital. Estaba fuera y he venido lo más rápido que he podido. Itenta tranquilizarte, haré mi trabajo lo mejor posible».
El padre estaba frustrado y asustado, no quería escuchar.
«¿Relajarme? ¿Cómo se sentiría usted su fuese su hijo el que está ahí?»
El cirujano respiró hondo y miró al padre:
”No puedo prometerle nada, los médicos no hacemos milagros. Pero no se preocupe, le aseguro que haré todo lo que esté en mis manos para salvar a su hijo».
El padre no se quedó satisfecho con la respuesta y resopló de nuevo:
”Es fácil decir eso cuando no te afecta personalmente».
La operación duró varias horas.
Al final el cirujano salió de la sala de operaciones con una mirada satisfecha.
«La operación fue bien y su hijo está fuera de peligro», explicó el médico al padre.
El padre no respondió, sólo miraba su reloj con irritación.
«Si tienen más preguntas pueden hablar con la enfermera», dijo el médico antes de irse.
El padre se dio la vuelta lleno de ira y se acercó a la enfermera gritando:
«¿Él siempre es así? !Qué arrogancia¡ ¿No tiene ni un minuto más para contarnos cómo está mi hijo?».
La enfermera respondió con lágrimas en los ojos:
«¿Sabe usted que su hijo han muerto en un accidente de tráfico recientemente? Estaba precisamente en el funeral cuando recibió el aviso para realizar esta operación. Ahora que su hijo ya está estable, va camino del funeral de su propio hijo”.
Esta historia llegó a mis oído pero no puedo saber si es realmente cierta. Pero sí sé una cosa, esta historia es una gran lección que muestra claramente por qué no debemos juzgar a nadie por las apariencias.
Las personas que trabajan por cuidar de nuestra salud y salvar nuestras vidas no siempre reciben todo el reconocimiento que se merecen, pero están ahí para nosotros cada día, a pesar de sus complicados horarios de trabajo y la gran presión bajo la que trabajan. Pero no podemos olvidar que también son personas, con sus problemas y sentimientos y sus propias vidas.
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