Es muy reconfortante cuando a lo largo de la vida te encuentras a almas samaritanas que parecen salidas del Cielo. Son personas que se prestan a ayudarte como si fueran miembros de tu propia familia. Recientemente, una joven se vio atrapada en medio de la autopista con una rueda pinchada. Sola y en medio de la nada, la joven entró en pánico. Hasta que un auténtico ángel se cruzó en su camino.
La joven narró así su historia:
“El pasado verano crucé el país en auto sola. Me había mudado a casi 3.000 kilómetros de casa sólo para mi vivir con mi novio pero cambió de opinión. Así que cargué mi auto e inicié el viaje de vuelta. Los primeros dos días fueron bastante bien y la verdad AMÉ Colorado. Pero la segunda noche fue un desastre. Eran las 22.30 y había estado conduciendo desde las 7 am, cuando de repente uno de los neumáticos reventó. Me coloqué a un lado de la ruta, encendí las luces de emergencia, miré mi rueda destrozada y entré en pánico. Eran las 22.30 de la noche. Me encontraba en mitad de la nada, a 16 km de la ciudad más cercana, y camiones pasaban junto a mí a casi 100 km/h, haciéndonos temblar a mí y a mi auto cada vez que pasaban. Llamé a casa sabiendo que nadie podía hacer nada y rompí a llorar. En ese momento fue cuando vi unas luces en mi retrovisor.
Era el policía Trooper Granner llegando a la escena. Lo primero que hizo fue pedirme que me moviera a una carretera lateral. Mientras movía mi auto él estaba pidiendo un favor a un amigo que tenía una grúa y un taller. Yo había estado mirando los carísimos servicios de grúas que mi familia pudo encontrar cerca, así que cuando vino a mi ventana y me dijo que conocía a un tipo casi me pongo a llorar. Amo los pequeños pueblos porque todo el mundo se conoce. Él podría haberse ido perfectamente en ese momento, cuando ya había alguien viniendo hacia donde yo estaba, pero dijo que no iba a dejarme sola en aquella autopista. Así que nos sentamos en su coche y hablamos un rato mientras esperábamos que llegara la grúa (un hombre que por cierto estaba en cama en su casa cuando lo llamaron para ayudarme, que Dios bendiga su corazón). Me preguntó qué estaba haciendo conduciendo tan tarde mi auto lleno de cosas y me escuchó cuando le expliqué el drama por el que estaba pasando. Demostró real preocupación por mi situación y me prometió que las cosas mejorarían.
Cuando llegó la grúa creí que se iba a ir, así que le agradecí todo lo que había hecho. Pero no es así como este hombre hace las cosas. Insistió en llevarme al taller, así que condujimos diez minutos por en medio de la nada. De milagro, en una de las estaciones de servicio/talleres más pequeños que vi en mi vida había UN neumático que le iba bien a mi auto. Mientras esperábamos que pusieran mi rueda, Trooper Granner me convenció de que me detuviera en la próxima ciudad y descansara durante la noche. Había mencionado que quería conducir toda la noche para llegar lo antes posible a casa, pero insistió en que era mejor estar seguro que lamentarse.
Después de que todo fuese dicho y hecho, se aseguró de que supiera bien cómo volver a la autopista y de que tuviera una habitación de hotel reservada en la siguiente ciudad. Era una joven lejos de casa y me trató como si fuera de mi familia. Pidió favores y se quedó hasta que supo que estaba segura.
Con todas las críticas hacia la policía últimamente, necesitaba compartir esto. No sólo hizo su trabajo esa noche, fue más allá para protegerme, para hacerme sentir bien, para cuidarme. Esa noche no fue sólo un defensor de la ley sino que se comportó como la familia que estaba demasiado lejos como para estar ahí para mí. Por eso estoy más que agradecida hacia él y hacia sus hermanos y hermanas que hacen esto cada día. Gracias, Trooper Granner. Para mí eres un héroe”.
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