Hay algunos grupos profesionales que tienen que aguantar más insultos que otros. Me refiero a las personas que brindan un servicio a sus clientes día tras día y que se enfrentan con personas molestas y arrogantes que dicen groserías e insultos como si las personas que les atienden no valieran nada.
A veces es muy difícil defenderse como empleado – el dicho clásico es que "el cliente siempre tienen la razón", por lo muchos empleados sienten que hay que aguantar los insultos sin responder de la misma manera, independientemente de lo fuertes que sean.
Afortunadamente no están solos, a veces hay compañeros que se ponen firmes. Un ejemplo es el jefe de buen corazón de esta historia.
Conseguí esta historia por internet y no sé cómo es cierta es, pero siento que la intervención por parte del jefe es excelente, y me hizo querer compartirla, ¡compártela tú también si te gusta!
Hace unos años trabajaba de cajera en una tienda de materiales para oficinas, lo hacía para ganar mi dinero extra mientras estudiaba en la universidad. La verdad es que me gustaba el trabajo y mis compañeros.
La peor época del año en la tienda fue justo antes del comienzo del semestre escolar, cuando todos los padres venían a comprar los utensilios para los estudios de sus hijos.
Teníamos tanto trabajo que llamaron a todo el personal para trabajar en la caja, incluso al mi jefe.
Un día llegó una mujer de primera, de clase social alta, tenía el cabello muy cuidado y una cartera de diseñador. Bruscamente dejó caer los productos que deseaba encima de la mesa junto con un montón de cupones que me mandaba que escaneara.
Forcé una sonrisa y pregunté si había encontrado todo lo que buscaba, me ignoró por completo mirando su teléfono, mientras que su hija de 7 años estaba callada a su lado.
Escaneé los productos y los cupones, mi ordenador informó de que uno de los cupones estaba vencido, lo levanté para mirarlo de cerca y me di cuenta que había caducado hacía un año.
La informé amablemente de que no podía aceptar ese cupón para su compra porque estaba vencido. Ella gruñó y dijo:
– ”¿Por qué? !Es un cupón y deben aceptar todos los cupones que los clientes os presenten!”
Le expliqué que los productos de los cupones ni correspondían con los que quería comprar.
Ya estaba notablemente irritada.
”Requiero hablar con tu jefe, no tengo tiempo para esta mierda”, dijo.
De acuerdo. Mi jefe estaba cerca y le señalé para que se acercara, mientras tanto la señora se inclinó a su hija y dijo con una voz dulce y poco natural:
– ”Ya ves, cariño, por eso te digo que tienes que ir a la universidad y estudiar, para que no termines como ella, ¡de cajera!”
– ¿Qué acaba de decir?, le pregunté. Mi rostro se puso rojo de la furia y sentí cómo las lágrimas estaban a punto de salir mientras que le comenté que, de hecho, sí estaba estudiando en la universidad y que esto era un empleo de media jornada.
Justo en ese momento apareció mi jefe tras de mí y pidió que la mujer repitiera lo que acababa de decir, y lo hizo.
Llevaba una sonrisa arrogante y explicó que ella era la cliente, que los clientes SIEMPRE tienen razón y lo único que quería era que también aceptara ese cupón.
Mi jefe se quedó un momento observándola, luego comenzó a sacar todos los productos que ya se habían colocado en las bolsas.
– ”¿Qué diablos crees que estás haciendo?!”, gritó ella.
Calmadamente mi jefe contestó:
– ”Señora, no voy a permitir que ridiculice y humille a mis empleados, tengo que pedir que salga de mi tienda, no deseamos hacer más negocios con usted.”
Se quedó mirándonos con los ojos bien abiertos, la cara roja, luego dio la vuelta, había una larga cola de clientes, todos mirándola.
Gruñó, casi llorando, diciendo groserías, ¡su pequeña hija se portaba mejor que esa señora desagradable! Fue una locura total.
Sujetó la cartera y su tarjeta de crédito, tomó a su hija de la mano y salió rápidamente de la tienda gritando: ”¡JAMÁS VUELVO AQUÍ! VOY A LLAMAR A VUESTROS JEFES Y HACER QUE OS DESPIDAN. ¿NO TENÉIS NI IDEA DE QUIÉN SOY?!”.
Mi jefe se reía y luego me dijo que yo podía salir a tomar un poco de aire, porque en ese momento probablemente me veía como si acabara de ver un fantasma.»
Fuente: mindblowingvideos.com
No importa si el cliente siempre tiene la razón, no se puede tratar a los demás sin respeto.
¡Comparte el cuento si sientes que el jefe manejó la situación correctamente!
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