Una cosa que me enoja muchísimo es la gente que se crea mejor que los demás. Como la pasada semana, cuando vi a un funcionario del Departamento de Automotores de California disfrutar tras enviar a un pobre tipo al final de la fila. ¿Su crimen? No completar correctamente un complicado formulario. Lo peor es que tan sólo le habría llevado unos segundos ayudarle a completarlo. Afortunadamente hay algunas buenas personas dispuestas a apoyar a todos aquellos que por mala suerte necesitan un poco de ayuda. Así que para honrar a estos héroes quiero compartir con ustedes la historia de abajo.
“Hoy, tras pagar mis compras en el supermercado me disponía a irme cuando vi a la cajera entrornando sus ojos frente a un jovencito y una jovencita que colocaban sus cosas para pagar. Obviamente no tenían mucho dinero y tuve el presentimiento de que debía quedarme cerca de estos chicos. Bien, me quedé y vi cómo la cajera pasaba sus cosas por el contador. El costo total eran US$123,40.
La joven parecía nerviosa y escaneó su tarjeta con cupones de alimentación del gobierno. De nuevo la cajera entornó sus ojos y sonrió al ver que el saldo en la cuenta era de sólo US$95,30. Parecía sentir un enorme placer al decírselo a voz en grito, así que intervine y dije. “Primero de todo, debería bajar su tono y, segundo, yo les voy a ayudar y no entorne sus ojos conmigo. No soy una jovencita”.
Ella no dijo ni una palabra. Me pare ahí y muy lentamente saqué mis tres cupones de descuento y se los di a la cajera. Entonces, le di mi tarjeta de cliente y pasé como mía la compra de los jovencitos. Esto realmente enojó a la cajera. Los dos jovencitos estaban tan entusiasmados de que no sólo tenían lo suficiente, sino que la suma de US$123,40 bajó a 68,22. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que vi a dos jóvenes saltar tan felices y emocionados.
Tras empaquetar las cosas antes de irme miré a la cajera, que me preguntó. ¿Por qué? Parecía que iba a llorar, pero no dijo nada.
¿Qué hace falta para cambiar la esencia de la ignorancia? ¿Por qué para algunos es más fácil odiar o menospreciar que amar y animar? ¿Qué me costó ayudar a esta gente? ¡Nada! Tan sólo algunos cupones que puedo imprimir.”
Si te inspiró la amabilidad de esta mujer. ¡Por favor, comparte esta historia para que otros puedan escuchar su mensaje!