Los padres de esta historia son en muchos sentidos como cualquiera de nosotros.
Cuando se trata de seres queridos las puertas siempre están abiertas, es más sencillo aceptar a aquellas personas que en muchos sentidos son como nosotros.
Pero cuando alguien desafía nuestros prejuicios o no exactamente como nosotros ¿somos realmente igual de generosos y comprensivos?
De esta precisamente trata esta historia. No sabemos hasta qué punto todo es tal como nos ha llegado la historia, pero la importancia del mensaje sigue siendo la misma.
Un soldado volvía por fin a casa, después de haber luchado durante años en la guerra de Vietnam.
Antes de su viaje de vuelta llamó a sus padres, quienes vivían en Los Ángeles (Estados Unidos).
«Mamá, papá, vuelvo a casa. Pero quiero pediros un favor. Tengo un amigo al que me gustaría llevar conmigo».
«Claro», respondieron los padres, y continuaron: «Estamos deseando conocer a tu amigo».
Pero su hijo tenía algo más que contar.
«Hay algo que debéis saber», dijo él.
«Mi amigo fue gravemente herido durante los combates. Pisó una mina y perdió un brazo y una pierna. No tiene adónde ir y le gustaría quedarse con nosotros».
Los padres se quedaron de piedra cuando escucharon las plabras de su hijo a través del teléfono.
”Me entristece mucho escuchar eso, hijo, pero quizá podemos ayudarle a encontar un sitio donde vivir», respondió el padre.
«No, mamá, papá. Yo quiero que viva con nosotros», dijo el hijo.
”Hijo mío”, respondió el padre, «Tú no sabes lo que nos pides. Una persona con esa discapacidad sería una gran carga para nosotros. Tenemos que seguir adelante con nuestra propia vida, no podemos dejarlo todo para cuidar de un extraño en nuestra casa. Creo que lo mejor es que vuelvas a casa y te olvides de ese chico. Él encontrará alguna forma de arreglárselas solo, hay otros que puede ayudarle».
El hijo había escuchado ya sifuciente y colgó. Los padres no voliveron a saber nada de él. Unos días después sonó el teléfono de nuevo, esta vez era la policía de Los Ángeles.
«Su hijo ha muerto», les comunicó la policía.
Perdió la vida al caer de un edificio alto, le dijeron a los padres. La policía cree que se trata de un suicidio.
Los padres, rotos de dolor, fueron a la morgue para identificar el cuerpo de su hijo. Lo reconocieron, pero descubrieron, con horror, algo para lo que no estaban preparados.
A su hijo le faltabaN un brazo y una pierna.
Esta trágica historia, que está basada en una leyenda urbana, no es sólo una triste historia sino que tiene varios puntos sobre los que reflexionar. Encajar en la sociedad y tener un «bonito» aspecto es demasiado importante hoy en día. Y las personas que no encajan en esa «perfección» por alguna razón son marginados por la comunidad. Pero juzgar de antemano, basándose sólo en su apariencia, no sólo limita a esa personas sino a uno mismo.
Pon un ‘me gusta’ a esta historia si compartes el pensamiento de que todos deberíamos aprender a mejorar cuando se trata de juzgar otras personas. Tratar a los demás como queremos se tratados. Y entender las diferencias como parte de la vida.