Afrontar una enfermedad y largas estancias en el hospital es una de las experiencias más difíciles que uno puede tener en la vida.
Cuando estás en una de esas habitaciones, la única persona que puede comprenderte realmente es la que está en tu misma situación.
Las horas son largas y la espera es eterna, y entre los interminables pinchazos es difícil distraerse y llevar la mente lejos de situaciones tan sufridas y tortuosas.
Por eso la historia de estos dos hombres internados en un hospital me llegó muy hondo al corazón.
Dos hombres estaban internados en un hospital. Uno tenía que estar siempre acostado y al otro se le permitía estar sentado en su cama junto a la ventana para drenar el líquido que había en sus pulmones.
Los compañeros de habitación conversaban mucho y entablaron una amistad. Hablaban de sus mujeres y de la vida, de su experiencia en el ejército y de sus trabajos.
Como el otro no podía ver a través de la ventana, su compañero le describía todo lo que veía a través de ella.
Le describía con todo lujo de detalles los jardines verdes, los árboles, los pájaros, la gente que pasaba, el paisaje de edificios y rascacielos de fondo.
Su compañero disfrutaba estas descripciones que le llevaban lejos de su triste realidad. Le hacían soñar con esos paisajes y lugares que, por el momento, no podía visitar
Un día describió que en la calle había un desfile y le narró todo lo que allí aconteció. Juntos disfrutaron del espectáculo, de las personas que participaron. Su compañero narraba la situación de una forma tan deliciosa que su compañero realmente disfrutaba cuando llegaba la hora en que él le contara todo lo que veía a través de esa ventana.
Pero una mañana, cuando la enfermera entró en la habitación, se encontró al enfermo junto a la ventana muerto. Había fallecido plácidamente durante la noche.
Apenada, la enfermera ordenó que se llevaran el cuerpo. Poco después, su compañero, devastado con la noticia, pidió a la enfermera que le moviera a la cama que estaba junto a la ventana.
Una vez allí trató como pudo mirar a través de ella, pero cuando lo logró… Tan sólo vio una pared blanca.
Él no comprendía nada y llamó a la enfermera. Ésta le explicó que su compañero de habitación no podría haber visto nada a través de la ventana ya que era ciego.
-“¿Por qué me describió todas esas cosas entonces?, preguntó.
– “Seguramente para animarle a usted”.
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