Un padre y sus revoltosos hijos reciben una gran lección.

Sabemos que criar hijos no es tarea fácil. Y que los niños se resisten a obedecer. Yo procuro entenderlo cuando veo a hijos revoltosos y padres que lo pasan mal porque no les resulta fácil controlarlos. Pero todo tiene unos límites, y para mí el límite está cuando veo que a un padre le da igual que su hijo no se comporte y moleste a los demás. Hace poco me contaron esta historia de algo que ocurrió en un restaurante. Al padre de esta historia parece que no le importaba mucho que sus hijos estuviesen comportándose como locos y molestando a todo el mundo. Lo que no se esperaban era esta reacción por parte de otros comensales del restaurante. Recibieron una buena lección. Creo que este padre y estos niños se lo van a pensar la próxima vez antes de molestar a los demás.  

Un padre dejó a sus cinco hijos correr y jugar sin control en un restaurante. Rasgaban servilletas y utilizaban los papelitos como confeti, rompían palillos y gritaban como locos.

Camarera: Debo pedirle que le diga a sus hijos que paren, están molestando a otros clientes.

Padre: No (dijo con toda tranquilidad).

Camarera: ¿No le va a decir que paren?

Padre: Eso es (dijo feliz).

La camarera tenía que seguir trabajando y los niños seguían comportándose mal. Algunos clientes comenzaron a quejarse pero ella no podía echar al hombre y sus hijos del restaurante. Los últimos en quejarse fueron 8 chicos que estaban comiendo juntos en una de las mesas.

Cliente 1: ¿No hay nada que se pueda hacer?

Camarera: No, lo siento. La casa les puede invitar a algo de beber para compensarles.

Cliente 2: No, eso no lo compensa.

Camarera: De acuerdo, voy a ver si puedo darles postre gratis.

Cliente 2: No, no es eso lo que queremos. ¿No podría hablar con su jefe?

Camarero: Me temo que él no está aquí.

Cliente 1: No aceptamos cosas gratis. Seguro que se va a tener que desquitar el gasto usted misma de su sueldo.

Cliente 3: Un momento…

Uno de los chicos se levanta y va hacia la mesa ruidosa, los demás lo siguen. Los 8 enfadados jóvenes rodean la mesa con cara de pocos amigos.

Cliente 3 (dirigiéndose al padre): Dígale a sus hijos que paren.

Padre: No (vuelve a repetir el padre satisfecho).

Cliente 1: Están molestando a la camarera.

Padre: ¿Trabajáis vosotros aquí?

Cliente 1: No, venimos de la cárcel que hay al final de la calle. Estamos en libertad condicional. Curiosa coincidencia, todos hemos pasado 7 años en prisión por secuestro y asesinato de un banda de mocosos revoltosos y un idiota que hizo llorar a una camarera mal pagada.

De repente los niños se quedaron callados, y los demás clientes comenzaron a reír mientras los miraban fijamente.

Padre: Mientes.

Cliente 4: ¿Quieres ponernos a prueba, amigo?- Dijo con una gran sonrisa desafiante-.

Entonces el padre y los niños se levantaron y salieron del restaurante. Y estos héroes se ganaron el aplauso de todas las personas que había en el restaurante y un menú gratuito de parte de la camarera 😉

 

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