
Hay pocas historias de milagros que desafían las probabilidades que puedan compararse con la historia de Martin Pistorious, el hombre que despertó de un coma tras haber estado atrapado 12 años en estado vegetativo.
Quizás hayas oído hablar de la increíble historia de Martin, que tuvo lugar hace unos 30 años, pero si no es así, abróchate el cinturón y prepárate para un viaje que te dejará sin palabras.
En enero de 1988 Martin Pistorious, que entonces tenía 12 años, salió de su colegio en Sudáfrica quejándose de dolor de garganta.
En los meses siguientes, se fue debilitando tanto física como mentalmente. Según los informes, sus músculos comenzaron a atrofiarse y sus manos y pies se curvaron como garras antes de que finalmente entró en coma.
Los médicos finalmente le diagnosticaron meningitis por criptococos y tuberculosis cerebral, aunque no estaban seguros de qué había provocado exactamente el coma y la parálisis. Sin saber qué explicación dar, al final del primer año en estado vegetativo, comunicaron a sus conmocionados padres, Rodney y Joan Pistorious, que no podían hacer nada más por él.
Además, les explicaron que el niño tenía ahora la capacidad cerebral de un bebé de tres meses y que sus padres debían cuidar de él hasta que muriera.

Y eso es exactamente lo que hicieron, seguir cuidando de él a pesar de que parecía no haber esperanza. Rodney se levantaba cada mañana a las 5 de la madrugada para vestir a su hijo y llevarlo a un centro de cuidados. Cada noche «le bañaba, le daba de comer, le acostaba y ponía el despertador para dos horas más tarde y poder darle la vuelta y que no le salieran úlceras por estar tanto tiempo en la misma postura».
Entonces, tras varios años en estado vegetativo, Pistorious comenzó a despertar.
De repente, podía ver y oír todo lo que le rodeaba, pero no podía moverse ni hablar. Más tarde explicó que sentía el cuerpo distante, «como si estuviera envuelto en hormigón», y que no podía controlarlo.
Aunque Martin era capaz de realizar pequeños movimientos, sus cuidadores no se dieron cuenta, lo cual era aterrador. Ser «consciente de todo» pero no poder hablar ni moverse dejó a Pistorius con un trauma comprensible. Recordó una vez que su madre le dijo: «Ojalá te mueras».
«Sé que es algo horrible de decir. Solo quería sentir algo de alivio», dijo Joan Pistorius más tarde. Sin nada que hacer más que yacer abrumado por sus pensamientos, Pistorius se esforzó por «desconectarse» de las voces en su cabeza.
Y de repente un día
Pero un día, la terapeuta de Pistorius, Virna van der Walt, se percató de su sutil «lenguaje» de sonrisas, miradas y gestos con la cabeza prácticamente imperceptibles. En ese momento tenía unos 25 años.
Siguiendo su consejo, Rodney y Joan enviaron a su hijo al Centro de Comunicación Aumentativa y Alternativa de la Universidad de Pretoria. Allí, las pruebas confirmaron que Martin era consciente y podía responder a las afirmaciones.
Sus padres le compraron un ordenador con un programa de comunicación y, tras años de terapia, pudo utilizarlo para escribir mensajes y manejar una voz sintética similar a la que hizo famosa el físico teórico Stephen Hawking.
«Como consecuencia de las infecciones cerebrales, terminé en estado vegetativo, es decir, incapaz de reaccionar o responder a nada, ni de comunicarme», declaró Pistorious al MailOnline cuando tenía 39 años.
«Al final de ese año, los médicos dijeron a mis padres que no podían hacer nada más por mí y que me llevaran a casa a morir, que es básicamente lo que ocurrió».
En declaraciones a NPR, añadió: «Me golpeó la cruda realidad de que iba a pasar el resto de mi vida así, totalmente solo. No piensas realmente en nada. Simplemente existes. Es un lugar muy oscuro en el que encontrarse porque, en cierto sentido, te estás permitiendo desaparecer».
«Tengo un hermano menor y una hermana, y ellos y mis padres se iban de vacaciones sin mí, lo cual era extremadamente difícil. Lo peor era que tenía un miedo constante a que tuvieran un accidente de coche y murieran, y nunca volvieran», explicó a MailOnline.
«Nunca sentí ira hacia mis padres, porque sabía que me querían y que hacían lo mejor que podían. Pero estaba furioso por la situación. Hubo muchos momentos en los que lloré por dentro. Llegué a un punto en el que, básicamente, me rendí».
Después de trabajar durante años para poder leer, escribir y manejar el ordenador, Pistorious consiguió un trabajo en un centro de salud en 2003.
«A cada paso, mis ojos se abrían con asombro al chocar con nuevas experiencias: ver a un hombre con el pelo de colores vivos, como plumas de loro, que le caían por el centro de la cabeza, probar una nube de azúcar derretido llamada algodón de azúcar, sentir el cálido placer de ir de compras por primera vez para comprar regalos de Navidad para mi familia, o la sorpresa al ver a mujeres con faldas cortas», dijo.
Continuó aprendiendo a crear sitios web y se graduó en la universidad. En 2008, conoció al amor de su vida, Joanna.
«Trabajo con personas discapacitadas, no es algo que me dé miedo, y simplemente supe, es difícil de explicar, que Martin era muy especial. Había tenido otras relaciones, pero él me pareció un hombre muy diferente y fascinante. Enseguida vi más allá de su discapacidad», explicó Joanna a MailOnline.
«Me enfada que la gente se refiera a mí como su «cuidadora». No soy su cuidadora. Soy su esposa. Tiene una mente increíble y aprendo de él constantemente».

Pistorius le pidió matrimonio a Joanna en un globo aerostático en diciembre de 2008. La pareja se casó en junio de 2009 y actualmente vive en Inglaterra, donde Martin trabaja como diseñador web.
«Fue ella (Joanna) quien me enseñó a comprender el verdadero significado del pasaje de la Biblia que leímos en la ceremonia: «Hay tres cosas que perdurarán: la fe, la esperanza y el amor, y la mayor de ellas es el amor», dijo Pistorius.
«Mi vida ha abarcado las tres y sé que la mayor de todas es, sin duda, el amor, en todas sus formas. Lo había experimentado de niño y de hombre, como hijo, hermano, nieto y amigo, lo había visto entre otras personas y sabía que podía sostenernos en los momentos más oscuros. Ahora me estaba elevando más cerca del sol de lo que jamás pensé que podría volar».
Las memorias de Martin, Ghost Boy: My Escape From a Life Locked Inside My Own Body (El niño fantasma: mi escape de una vida encerrada dentro de mi propio cuerpo), se publicaron en 2011.
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