Advirtieron a los padres de que no adoptaran a la niña rubia – pero ellos desafiaron a todos y descubrieron la verdad

Bernie y Diane Lierow tienen cinco hijos y siempre habían soñado con tener una gran familia.

Cuando sus hijos se hicieron mayores y se fueron de casa, se dieron cuenta de que aún tenían mucho amor que dar.

Y comenzaron a hablar de adoptar esta vez.

YT

No les llevó mucho tiempo tomar la decisión. Contactaron con una organización de gestión de adopciones en la que potenciales familias de adopción conocen a niños que no tienen padres.

Diane se encontró con varios de esos niños, pero no podía quitarse de la cabeza la foto en blanco y negro de una niña que no estaba allí, y quería saber más de ella.

«Sentía que me atraía algo de ella, había algo en su cara y su expresión», cuenta Diane.

La pareja preguntó por la niña, pero la agencia de adopción les advirtió dándoles por única respuesta: «os aseguro que no queréis a esta niña», recuerda el padre, Bernie.

Pero la pareja no se dio por vencida y quisieron saber más.

«Al final una de las trabajadoras le dijo a mi esposa: «hay algo mal con ella, esta niña no debería ser adoptada», cuenta Bernie.

La pareja no quería darse por vencida, y pidieron más información. Pidieron saber su historia, su pasado, y la trabajadora del centro les contó una historia escalofriante que hizo que Bernie y Dianese se pusieran en contacto con la policía.

Era conocida como «la chica de la ventana”

Descubrieron que la niña había crecido en el seno de una relación terrible.

Danielle Crockett era conocida por muchos como «la chica de la ventana”.

En 2005 la policía recibió una llamada de una vecina asustada. La vecina dijo que había ocurrido algo extraño y terrible en la casa de al lado.

La vecina sabía que en esa casa vivía una mujer con su pareja y sus dos hijos, pero nunca había visto señales de que hubiese una niña pequeña. Pero un día vio una pequeña cara asomando por una ventana.

La vecina cuenta que nunca olvidará sus ojos hundidos y su mirada perdida, e informó de todo a las autoridades.

El investigador Mark Holste y su compañero acudieron al lugar. Lo que allí había los iba a perseguir durante mucho tiempo.

Después de romper una de las ventanas y mirar, se dio la vuelta y vomitó. Los policías lloraron amargamente cuando vieron lo que había ocurrido.

«Es uno de los peores ejemplos de cuidado de niños que habíamos visto», cuenta Mark Holste, quien trabaja con casos de maltrato infantil.

Toda la casa estaba llena de heces y vómitos.

«Se pegaban a los pies allí por donde pisábamos, había miles».

Una mujer apareció entonces y preguntó por qué estaban allí. Sus dos hijos estaban sentados allí, sucios, en el salón.

Holste entró y vio que había también una niña.

Por la parte trasera de la casa, en una habitación del tamaño de un armario, en un mugriento colchón, sobre una montaña de pañales, había una desorientada niña.

Como un fantasma errante

Años de abandono y terribles condiciones de vida habían golpeado a la niña, que resultó tener 6 años. Pesaba 20 kilos cuando Mark Holste la encontró.

Danielle no sabía hablar ni comer. Estaba infectada de piojos y pulgas. Mark pudo comprobar que no pesada nada cuando la tomó en sus brazos para sacarla de allí.

«La madre dijo: hago lo que puedo», cuenta Holste a Tampa Bay Times.

”Yo le grité: Lo mejor que puedes no vale nada», declara Holste.

El terrible descubrimiento dejó a todo el país, Estados Unidos, en shock, y el periódico Tampa Bay Times  de Florida recibió el premio Pultizer por su cobertura del caso en 2009.

Aunque la «niña de la ventana» no presentaba daños físicos ni neurológicos, llevaba años de retraso en su desarrollo mental.

Danielle seguía siendo como un fantasma errante aun tiempo después de ser rescatada.

Cerca del 85% del cerebro se desarrolla en los cinco primeros años de vida, cuenta la psicóloga Kathleen Armstrong, quien realizó el reconocimiento psicológico de Danielle. La niña estaba en un nivel mental de un bebé, a pesar de tener casi 7 años.

Los médicos llaman a esto «autismo del entorno» ya que al haber sido privada de contacto humano durante tanto tiempo, la niña estaba, lógicamente, en su propio mundo y no había aprendido a relacionarse con otras personas o escuchar.

«La historia de esta niña me partió el corazón», cuenta la juez Martha Cook, quien supervisó e interrogó en el caso del Danielle.

La madre perdió inmediatamente la custodia y Danielle tuvo que pasar seis meses en el hospital.

Tras eso la niña pasó por distintos centros de acogida hasta que las autoridades decidieron qué hacer con ella.

Danielle tenía grandes dificultades para adaptarse a su nueva vida, ¿y quién puede culparla por eso?

Su comportamiento no era el habitual, sobre todo en lo referente a la comida. Después de haber estado casi sin comer durante años, se llevaba a la boca todo lo que encontraba. Comió tanto que enfermó. Tenía severos ataques de hambre cada día y se escondía por las esquinas. No sabía cómo comportarse con las personas.

Un año y medio después, su tutora pensó que habría que encontrarle una familia, pero parecía misión imposible, ¿quién iba a querer una niña así?

Cuando Bernie y Diane Lierow leyeron el informe quedaron destrozados con la historia.

«Me hicieron llorar solo leyendo cómo la habían tratado y las condiciones en las que había vivido», cuenta Diane.

Pero aún así sintieron que era su destino que Danielle fuese una parte de sus vidas. Y entonces comenzaron a ir a visitarla.

«Cada vez que llegábamos, ella hacía algo nuevo que no había hecho antes», recuerda Diane.

Durante su primera visita Danielle consiguió mirar a los ojos a Bernie.

«Fue muy bonito», cuenta Diane.

”Podíamos llegar a ella, pero no iba a ser sencillo, eso seguro», cuenta Diane.

Bernie sintió lo mismo. Tras el encuentro tenía un sueño, y parecía que podía hacerse realidad. Era como una señal: «voy a hacerme cargo de ella».

Pero no iba a ser un camino de rosas la convivencia.

«Sabíamos no iba a poder comer nunca con un tenedor y una cuchara», cuenta Diane.

«Empiezas pensar: No sé hasta qué punto se puede desarrollar esta niña».

Danielle podía tener ataques de furia siete u och veces al día, y no le gustaba salir. Gritaba con toda su fuerza y se tiraba al suelo, cuentan sus padres adoptivos en una entrevista en 2009.

La comida era aún un tema delicado para Danielle, y podía comer hasta vomitar, porque no había aprendido a controlar sus impulsos con la comida.

A pesar de todo Diane y Bernie la querían como si fuera su hija biológica.

Y con gran fuerza y amor, Danielle comenzó  a progresar.

Aprendió a ir al baño sola y comenzó a hacer muchas cosas por sí sola.

Cosas triviales como lavarse los dientes o las manos eran un gran logro para Danielle, pero lo logró con el apoyo de la familia Lierows.

”Ha avanzado más de lo que los especialistas había esperado cuando la encontraron», contó Diane a CBN 2012.

”Pequeños pasos son grandes pasos para alguien que no había aprendido nada», explica Bernie en 2014, y añade:

”Ha aprendido a hacer cosas que pensábamos que nunca aprendería».

Hablar es todavía una tarea difícil para ella, pero suele acercarse a su padre a veces con un «hola, papá», e incluso a llegado a sorprender con un «te quiero» a sus padres.

Después de haber vivido bajo condiciones tan horribles con su madre, Danielle es especialmente cuidadosa en el contacto con mujeres. Le ha llevado mucho tiempo aprender a relacionarse con otros, pero está mejorando.

«Aún es agresiva con la comida», cuenta Bernie a OWN 2014. Así que tienen que controlar lo que coma para que no enferme.

Después de verla dar pasos hacia delante en su desarrollo, la familia vez la luz al final del túnel y tienen muchas esperanzas.

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Aunque la historia comenzó de forma muy trágica, hay esperanza, y todo gracias a unas personas que decidieron no darse por vencidas y aceptar el reto que nadie más se atrevía.

Porque todas las vidas merecen la pena y todas las personas se merecen una oportunidad en la vida. 

¡Comparte su historia para aplaudir a estos padres y desearle a esta familia lo mejor en el futuro!