Se dice que los buenos actos son contagiosos. A veces no tienen que ser cosas grandes, son las cosas pequeñas del diario que pueden tener consecuencias fantásticas. Esta historia es una prueba de esto.
Paul Hullings y Tim Young son dos bomberos de Nueva Jersey, Estados Unidos. Los dos son muy apasionados por su trabajo. Una vez lucharon 12 horas para apagar un incendio. Cuando al fin lograron apagar el fuego estaban completamente exhaustos y decidieron ir a un café cercano para pedir cada uno una taza de café bien fuerte.
En el café los atendió la camarera Liz Woodward. Mientras trabajaba escuchó cuando los dos bomberos hablaron de las 12 horas. Cuando los bomberos después pidieron la cuenta se sorprendieron bastante cuando recibieron este mensaje.
Esto fue lo que la camarera escribió en la nota:
”Yo los invito al desayuno hoy – gracias por todo lo que hacen; por ayudar a otra gente y por correr a los sitios de donde la otra gente sale corriendo. No importa que hacen, siempre son fuertes… Gracias por no tener miedo ningún día. Ustedes luchan contra el fuego y son muy valientes – qué buenos ejemplos son. Ahora tienen que descansar.” El mensaje está traducido a español, aquí puedes ver el mensaje original.
Los dos bomberos quedaron tan conmovidos que les quedó difícil contener las lágrimas.
“Qué gesto tan lindo y que falta de egoísmo. Les digo a todos mis amigos que visiten este café y lo apoyen. Si Liz está trabajando, dejen mucha propina”, escribe Tim en Facebook.
Uno pudiera pensar que esta es el fin de la historia. Pero sigue la linda historia.
Los bomberos se enteraron de que el papá de Liz había estado paralizado durante 5 años y que Liz estaba tratando de recolectar plata para un carro adaptado para una silla de ruedas via una página de donación. Otra vez los bomberos escribieron un mensaje en Facebook. ”Parece que la dama joven que nos invitó al desayuno ahora necesita nuestra ayuda….”
El mensaje rápidamente se hizo viral. Muchísimas donaciones anónimas donaron plata y hasta ahora Liz ha recolectado 70 000 dólares.
“Todo lo que yo hice fue pagar el desayuno de ellos, no me había esperado más que una sonrisa”, dice Liz.
Para mi esta historia es una prueba de que la amabilidad y la bondad es contagiosa. Si uno hace algo bueno por alguien puede ser que le devuelvan a uno mucho más de lo que uno se esperaba.
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