La historia de la agente Martha muestra por qué debemos elogiar a nuestros policías

Ser un oficial de policía es probablemente una de las profesiones más duras del mundo. Siempre tienes que enfrentarte a nuevos retos para mantener a la gente a salvo, y a pesar de esto rara vez reciben reconocimiento. 
 
Muchas son las personas que los rechazan y maldicen su presencia, pero a pesar de esto ellos aseguran que no se arrepienten de ser policías. Éste es el caso de la agente Martha Lohnes.
Érase una vez una agente llamada Martha Lohnes, quien demostró que ser policía es realmente su vocación.
 
Ella ha detenido a criminales, ayudado a niños necesitados e intervenido siempre que las cosas se ponían mal. Todo esto con el fin de mantener a la gente segura.
 
Pero algo ocurrió recientemente que la hizo pensar.

Quedó tan preocupada que tuvo que compartir lo sucedido en Facebook. Su post ha recibido miles de reacciones y comentarios de todo tipo.

 

Martha Ruth Lohnes (Facebook)
 
Esto es lo que Martha escribió en Facebook:
 
«Estuve dudando sobre si publicar esto o no, porque no quiero que piensen que busco llamar la atención. No me importa eso, pero creo que esta foto, que tomó mi colega, es demasiado poderosa como para mantenerla escondida.
 
Quiero mostrarles lo buena que es la profesión de policía.
 
La mujer que ven es Priscilla, una ciudadana muy conocida en nuestra comunidad. Cada día se sienta en una vieja silla bajo el puente. Sus piernas están hinchadas y se hicieron tres veces más grandes de lo normal. Tiene una enfermedad mental. Te maldecirá para siempre si no le gustas, pero es de lo más dulce si le caes bien. 
 
Créanme, he pasado muchas horas durante nuestros primeros encuentros pidiéndole que no me llamara la palabra que empieza con «H».
 
La voy a ver regularmente porque tiene un pie infectado. La carne se le pudre, le sale líquido y los insectos se posan en él. Ella se niega a que la lleven al hospital, e incluso llamé a una ambulancia varias veces.
 
Ha rezado y rezado para que me deje llevarla al hospital, pero ella es terca y no quiero forzarla.
 
 Martha Ruth Lohnes (Facebook)
 
El otro día me llevé un analgésico y un spray limpiador para poder ayudarla a sanar su pie y mantener fuera a los insectos. Casi llora porque tenía tanto miedo de que doliera, pero conseguí ponerle el spray. Le di algo de comer pero se quejó porque no le di pizza. 
 
Realmente adoro a esta mujer, deberían saberlo. Es una de las almas más bonitas que he tenido el privilegio de conocer.
 
Pero cuando me agaché para limpiarle el pie… No podía dejar de pensar en la canción «Who Will Be Jesus To Here».

A veces siento que todo el mundo está contra mí y a mi familia de uniformados. Nos odian y desean que estemos muertos. Nos llaman asesinos racistas, robots y cerdos. Aun así, la gente no ve… Nos agachamos e hincamos nuestras rodillas en el barro y mostramos nuestro amor limpiando los pies de los ignorados.
 
Momentos como estos hacen que ame lo que ago. Nunca me he sentido más cerca de Jesús que cuando me pongo el uniforme y sirvo a quellos que necesitan ser amados. Dios me puso en esta tierra para ser un oficial de policía. Y aunque somos odiados y rechazados, sé en mi corazón que hago el trabajo de Dios. Como cualquier hombre y mujer que sirve orgullosamente.

Este es el lado de la policía que no se ve. Este es nuestro día a día. No olvien que somos personas y que estamos aquí para servir y pro
teger.
 

 
 
 Martha Ruth Lohnes (Facebook)
 
Tiempo después Martha publicó una actualización de su post:
 
«Para todos los que leyeron este post… Volví a encontrarme con Priscilla hoy porque quería darle su medicamento y tenía vendas en su pie.
 
Me dijo que en el último mes (sin que yo lo supiera) enfermeros del Condado de Charleston habían venido a visitarla, mientras que yo venía una o dos veces por semana. No sabía esto porque ella se quita las vendas cuando yo tengo turno porque están sucias. Pero le dan más atención médica de lo que yo puedo darle.
 
También le han dado comida y ropa (hoy me ha dicho ‘¿A que me veo sexy con mi nuevo vestido?’). No sé exactamente quién la está cuidando, pero merecen reconocimiento. Realmente son servidores de Jesús y deberían agradecerles cientos de veces más que a mí. Si alguien conoce quién ha sido asignado para cuidarla, por favor déjenme saber».
 
Martha no tiene ya que ir tan seguido a cuidar a Priscilla, pero ella hizo su trabajo, como muchos otros policías ayudando en silencio cada día.
 
Ahora creo que podemos ayudar compartiendo esta historia y dando así a la policía el reconocimiento que merece. Son nuestros héroes. ¡Todo el mundo debería saberlo!

 
 

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