Las multas por mal estacionamiento afectan al bolsillo, pero especialmente para aquellos que tienen una mala situación económica y contabilizan cada moneda para poder dar de comer a sus hijos. Imagínate que vas a buscar algo rápidamente a casa de un pariente. Te das cuenta que hay una fiesta en el edificio y aparcas el coche un poco más lejos, donde hay sitio. Cuando regresas unos minutos más tarde, te encuentras con una gran multa.
A una mujer, madre dos niños, de Providence, se le impuso una multa de 100 dólares por dejar mal aparcado su coche unos minutos. Cuando reclamó y se la citó a juicio, se le imputaba una multa tres veces más alta. Fue entonces cuando el juez cito también a la hija de seis años, siendo su testimonio decisivo para la sentencia.
Una madre de dos hijos fue a recoger una cosa rápidamente a casa de su primo. Había fiesta en el edificio y decidió aparcar el coche dejando el vehículo un poco más distante de la acera. Cuando subió por la escalera vio que la policía estaba en el edificio, probablemente para dar por finalizada la fiesta.
Cuando de regreso se acercó al coche se dió cuenta que le habían puesto una multa de 100 dólares, que equivale a aproximadamente a 897 coronas suecas.
Su situación económica no era buena y por lo tanto no pagó la multa. El impago le ocasionó una citación a juicio y una multa mucho mayor. El juicio sin embargo se desarrolló de una manera absolutamente inesperada.
Cuando la madre iba a declarar y explicar su situación, el juez citó a la hija Janice de seis años, preguntándole además por su edad. Éste le contó lo que su mamá había hecho y el consecuente castigo que se le iba aplicar. El juez le explicó que había cuatro posibles alternativas:
N.1 Hacer obligatorio el castigo que se le había impuesto a la madre. Ello suponía hacer frente a un pago de 2.691 coronas suecas por la multa de mal aparcamiento más las penalidades extras por impago de la misma.
N.2 La madre no pagaría las penalidades extras pero debería pagar la multa por mal aparcamiento, es decir 100 dólares.
N.3 Ser benevolentes esta vez e imponer la mitad de la multa como castigo, es decir 50 dólares.
N.4 Ser indulgentes y perdonar la multa sin necesidad de pagar nada en esta ocasión.
La hija mira sorprendida al juez cuando él la pide que decide al respecto. El público mantiene la respiración.
Cuando Janice, que solo tiene seis años, nerviosa no sabe que responder, el juez le pregunta que es lo que ha desayunado. E inmediatamente, cuando la niña responde que no ha comido nada ese día, el juez toma una rápida decisión.
” Vamos a ver. Tu mamá y yo vamos a llegar a un acuerdo. Si ella nada más salir de aquí te compra tu desayuno, entonces no tendrá que pagar ninguna multa.
¿Te parece bien?, le pregunta el juez.
La madre quedó absuelta de sus multas. El juez sintió compasión por ella ya que vio que no era una criminal.
Por favor, comparta si usted piensa que debería haber más casos donde la indulgencia y la compasión debián estar presentes, sobre todo si nadie ha sido dañado.