Cuando damos la bienvenida a nuestros hijos al mundo les prometemos conseguirles el sol y la luna.
Pero como los costes se incrementan, las responsabilidades aumentan y los hijos crecen, cada vez es más difícil tener posibilidad de darles nuevos juguetes, viajes, ropa…
Cassandra Lane, madre de cinco hijos, conoce muy bien esta realidad.
Desde hace tiempo les cuesta sacar la economía adelante, incluso si hace todo lo que puede por disminuir los costes, apenas pueden vivir con sus ingresos.
Desgraciadamente esto es muy visible en un mundo donde las cosas te dan un estatus y el dinero significa tanto.
Pero independientemente de la dificultad económica que Cassandra y su familia sufrían, esta madre sabía que el amor hacía sus hijos era lo más importante que podía darles.
A veces es difícil mantenerse fuerte cuando todos los que están a tu alrededor parecen que viven sus sueños con sus casas grandes, sus bonitos automóviles y mucho dinero.
Incluso aunque Cassandra estaba segura en su rol de madre, se desmoronó completamente cuando una tarde se puso a hablar con su hijo Zeke.
Zeke esperaba a recoger las nuevas fotos para el catálogo de la escuela y Cassandra compartió su emotiva conversación en la página de Facebook Love What Matters.
Ella escribió:
”A principios de semana íbamos a ir a la escuela para que Zeke se hiciera las fotos del catálogo anual de la escuela. De camino hacia el colegio me di cuenta de sus manos. Manos de trabajador. Unas manos que me recordaban a las manos destrozadas de un trabajador como era mi padre y unas manos que me recordaban a las manos de Brandon los primeros años de casados.
”Yo le dije a mi hijo que no se preocupara por eso, porque el fotógrafo solo iba a tomar fotos de la parte superior del cuerpo. Pero me equivoqué».
”Cuando estábamos en la cola me fijé en todos los otros chicos con sus bonitas chaquetas y sus anillos del colegio y noté las manos estropeadas de Zeke. Y comencé a llorar. ¿Le di todo lo que un padre puede dar a sus hijos antes de ser adultos? Él ha trabajado fuera con mucho calor, 30 y 40 horas semanales durante el verano. Él no quería un anillo o una chaqueta de la escuela.
Se compró un nuevo auto. Estas comparaciones me hacían pensar que a lo mejor no le había demostrado lo mucho que lo quería, ya que no tenía la posibilidad de comprarle todas esas cosas. Estaba sentada ahí y me entró una mala conciencia por ver cómo habíamos permitido que creciera nuestro hijo.
Y he pensado mucho estas últimas semanas y llorado también mucho. Le pedí perdón a Zeke y entonces sonrió, y dijo: «¿Por qué estás triste? ¿Por qué me has enseñado a trabajar duro para conseguir las cosas que quiero tener? ¿Porque sé el valor de cada dólar que ganó? ¿Porque no me voy a creer que me merezco todo lo que quiero?».
Y mi hermana me recuerda que las mejores cosas en la vida no son las cosas sino las relaciones. La posible grietas que puedan tener en mi rol de madre, deberán se juzgadas por los poderes superiores. Y les digo a todas las madres, si estás todo el día comparándote con las demás madres, piensa que tus hijos son regalos de Dios y él quería que tú fueras su madre, Nadie más.
«Estoy muy orgullosa de Zeke, que se fue con su hermano hoy a comprar una canoa con su dinero en un auto que ha reparado con sus propias manos y que se ha comprado con su dinero. La gasolina se la paga él también. No estoy preparada para soltar a Zeke y permitirle ser adulto pero él va por buen camino».
Sentir vergüenza o tener mala conciencia porque no puedes dar a tus hijos la última versión del teléfono o nueva ropa, es terrible. ¿Es ese el mundo en el que realmente queremos vivir?
¡Suerte que existen familias maravillosas que superan esto!
¡En vez de estar disgustado, Zeke estaba contento de tener una familia que le había enseñado que pocas cosas se puede tener gratis en la vida!
Y es totalmente cierto. No hay cosa peor que pretender ser un niño toda la vida y no ser capaz de resolver las cosas por sí mismo.