Los embarazos a veces no llegan y otras veces llegan sin planearlos, así es la madre naturaleza.
Hollie Walls no esperaba quedar embarazada. Los médicos le habían dicho que necesitaría tratamiento de fertilidad si quería tener hijos, se quedó en shock cuando descubrió que estaba embarazada.
Hollie se había sometido a dos operaciones el año anterior y habían tenido que extirparle parte del útero, dejándola con pocas posibilidades de concebir.
Hollie tenía ya dos hijos de su primer matrimonio, pero quería ampliar la familia con su nuevo esposo.
Hollie explicaba a Love What Matters: «Me quedé embarazada casi inmediatamente. Me quedé muy sorprendida al descubrir que estaba embarazada. Recuerdo estar viendo las dos líneas del test y pensar ‘tienen que ser un error’, se supone que no podía quedarme embarazada de forma natural.’
«Ni siquiera quería contárselo a mi marido porque estaba segura de que iba a ser otra decepción, y ya habíamos pasado por muchas.»
El embarazo de Hollie marchó con normalidad hasta la semana 39. Todas las visitas al médico y las ecografías estaba bien.
Pasó el día previsto del nacimiento y Hollie no se preocupó en absoluto, ya que sus otros dos hijos también habían nacido pasada la fecha.
«Cuando estaba en la semana 41 de embarazo, fui a una última revisión para programar la inducción del parto, ya que parecía que la niña no quería salir por sí sola», explica Hollie según Love What Matters.
Todos los últimos test que le realizaron estaban bien. Esto fue un viernes y decidieron inducirle el parto al lunes siguiente. Pero ese fin de semana algo ocurrió.
«Me desperté el domingo por la mañana y sentí que algo no iba bien. La bebé se movía pero los movimientos eran diferentes, más lentos. Ahora es difícil de explicar. Lo achaqué al instinto materno. Supe que tenía que ir al hospital. Llamé a mi matrona y me dijo que nos veríamos allí en una hora. Yo quería estar emocionada por conocer a mi bebé, pero en realidad estaba preocupada».
«Cuando me hicieron la última ecografía pude notar en la mirada del médico, que no había buenas noticias. ‘No veo nada de líquido amniótico’, dijo el médico. Mi corazón se paró. No había habido ninguna señal de que algo fuese mal. Me quedé completamente en shock.»
Le hicieron muchas preguntas, y lo siguiente que vio fue a una enfermera presionar el botón de emergencia, la alarma comenzó a sonar y en un abrir y cerrar de ojos había diez personas en la habitación.
«El corazón de la niña latía más despacio y después se aceleraba, y decidieron hacerme una cesárea, era la única forma de salvarla y había que hacer AHORA».
«Finalmente, un ginecólogo vino a contarme que podría ocurrir que mi bebé hubiese sufrido muerte cerebral. No pude ni hablar con mi esposo. Tenía tanto miedo«
Cuando estaban realizándole la cesárea a Hollie, se escuchó el llanto de su bebé. «Todo lo que podía pensar al verla fue, ‘es tan pequeña’. Pero gracias a Dios estaba sana«.
La llamaron Winter Josephine.
«Volvimos a la habitación, y cuando la miraba, feliz de que estuviese sana, no podía dejar de reír al ver su cara enfadada.
Dos semanas después de su nacimiento fue cuando Hollie descubrió lo peligroso que puede ser la patoligía de Oligohidramnios, el diagnóstico que recibió y del que nunca había oído hablar.
Hollie buscaba un fotógrafo de recién nacidos y hablando con esta persona le dijo que las fotos de los que llaman bebés ángeles que ella había fotografiado, con esa misma expresión, era precisamente al mismo problema que había tenido Hollie, ausencia de líquido amniótico. Lo que se conoce como Oligohidramnios.
Winter puede parecer que está siempre enfadada, pero no hay duda de que es una bebé muy especial.
Lo importante es que tanto madre como hija está sanas.
Comparte este artículo para celebrar que todos los bebés son bellos, sean como sean.