La vida es como un círculo. Un día somos niños cuyos padres cuidan cada una de nuestras necesidades y luego, años después, nuestros padres son mayores, el rol se invierte y nos encontramos a nosotros mismos en el rol de cuidadores.
Nuestros padres pueden necesitar ayuda para salir por la ciudad o ocuparse de las rutinas diarias, o puede que les afecte una enfermedad como el alzheimer que requiere de la paciencia y el amor que se da un niño.
Pero en el ajetreo de la vida es fácil olvidarse de lo que nuestros padres hicieron por nosotros. Sé que no he estado ahí para mi mamá tanto como debería.
Cuando leí esta carta, automáticamente pensé en mi madre y no pude dejar de soltar lágrimas. Tal y como la mujer que escribió esta carta, mi mamá siempre ha estado ahí sin importar para qué.
En ella, la escritora recuerda gentilmente a su hija cómo cuidó pacientemente de ella mientras crecía, y le pide a cambio la misma paciencia y amor cuando sea mayor. Es un hermoso recordatorio de lo mucho que nuestros padres hacen por nosotros y cómo debemos tratarlos cuando nos necesiten.
Es una carta que creo todo el mundo necesita leer antes de que sus padres se hagan demasiado mayores. Léela abajo y compártelo con tus amigos y familiares.
«Mi querida niña, el día que veas que me hago mayor, te pido que seas paciente, pero sobre todo, trata de entender por lo que estoy pasando. Si hablamos y repito la misma cosa mil veces, no me interrumpas para decir: ‘Dijiste lo mismo hace un minuto’, tan solo escucha por favor.
Trata de recordar las veces que cuando eras pequeña te leía la misma historia noche tras noche hasta que te dormías. Cuando no quiera bañarme, no te enfades o me avergüences. Recuerda que tenía que correr detrás tuyo inventándome formas de tratar de meterte en la ducha cuando eras una niña. Cuando veas cuán ignorante soy sobre nuevas tecnologías, dame el tiempo para aprender y no me mires de esa forma. Recuerda, cariño, que te enseñé pacientemente muchas cosas como comer apropiadamente, vestirte, peinar tu cabello y tratar con asuntos de la vida cada día.
El día que veas que me hago mayor, te pido que seas paciente, pero sobre todo trata de entender lo que enfrento. Si en ocasiones pierdo el hilo de lo que estoy diciendo dame tiempo para recordar y si no puedo no te pongas nerviosa, impaciente o arrogante. Tan solo ten en cuenta en tu corazón que lo más importante para mí es estar contigo. Y cuando mis viejas y cansadas piernas no me permitan moverme tan rápido como antes, dame tu mano como yo te ofrecí la mía cuando empezaste a caminar. Cuando lleguen esos días no te pongas triste, tan solo pasa tiempo conmigo y entiéndeme a medida que llego al final de la vida con amor. Te querré y te agradeceré el tiempo y alegría que compartimos con una gran sonrisa de amor, la que siempre tuve para ti. Tan sólo quiero decir, te quiero, mi querida hija».
¡Si también te conmovió esta carta, por favor compártela como un tributo a los padres en todo el mundo!