Cuando era niña mi madre tenía una norma: nada de television hasta terminar las tareas de la escuela.
En aquel momento lo encontré injusto. Estaban pasando mi programa favorito y podia hacer mis deberes después. Pero ella decía que no lo era, que trataba de convertirme en una mujer exitosa. En aquel entonces casi todos los padres creían que estudiar duro era un pasaje hacia el éxito.
Ahora hay muchísimas teorías: estudios, niveles IQ, inteligencia emocional, deporte en equipo… Todos tienen una opinión.
Pero un nuevo estudio publicado por Developmental Psychology afirma que ha dado con la cualidad que casi garantiza el éxito. ¿Qué es? Algo que ningún padre habría adivinado.
Investigadores estudiaron las personalidades de niños de nueve años analizando si eran estudiosos, responsables y pacientes, entre otros rasgos. Luego los compararon de nuevo a la edad de 40 años para tratar de descubrir qué aspecto de la personalidad conducía a un mayor éxito profesional.
¿El resultado? Si eres padre, tendrás que mirar a otro lado.
¿Les suena eso de llevar a su hija a comer algo y ella luego se niega a tomar nada, porque quería spaghetti con salsa en un lado y el camarero lo olvidó, declarando por lo tanto una huelga de hambre unipersonal?
¡Eso es!: ¡Terquedad!
Resulta que ser terco no está tan mal. Tal y como se explica en el blog Fatherly: “Si su hijo siempre pide una galleta más grande, probablemente terminará pidiendo un mayor sueldo”.
La revista Time lo explica así:
“Los autores afirman que estos niños serán más competitivos en clase, lo que les hará sacar mejores notas. Serán más exigentes cuando adultos. Cuando negocien un sueldo serán los que pidan más. Serán los más dispuestos a luchar por sus intereses financieros, incluso a riesgo de enojar a amigos y colegas. Los autores no pueden tampoco descartar un efecto negativo: estos pequeños transgresores podrían terminar haciendo de adultos algo poco ético para incrementar sus salarios”.
Por supuesto, la terquedad no garantiza que tu hijo se convierta en un adulto feliz. Pero esta investigación podría ayudarte cuando tengas que enfrentar otra discusión cuando tu hijo de dos años rechace de nuevo llevar ropa interior.
¡Comparte esto con todos los padres que conozcas que puedan estar enfrentando el mismo reto con sus hijos de dos años o más!