Hay un dicho que dice que las personas que viven en una casa de cristal no deberían lanzar piedras. Hay que tener cuidado antes de criticar a otras personas cuando lo mismo podría decirse de tí. Algo que este hombre aprendió de la forma más dura.
Una mañana, mientras preparaba el desayuno, un hombre se acercó a su esposa, le pellizcó el trasero y luego dijo: ¿Sabes? Si esto fuera más firme podríamos deshacernos de tu cinturón».
Aunque su comentario ya era intolerable, ella decidió responder con silencio.
A la mañana siguiente, el hombre despertó a su esposa y le pellizó el pecho. Luego dijo: «¿Sabes? Si fueran más firmes, podríamos deshacernos de tus sujetadores».
La mujer ya tenía más que suficiente, así que se giró y le tomó el pene.
Con el pene de él en su mano ella dijo: «¿Sabes? Si esto fuera más firme nos podríamos deshacer del cartero, el jardinero, el hombre que cuida la piscina y de tu hermano».
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