Es fácil elegir "no ver" a la gente que está a nuestro alrededor y que necesita ayuda. Pueden ser compañeros de trabajo, familiares o completos desconocidos con los que nos cruzamos por la calle. Puede que sólo necesiten una sonrisa, una hombro en el que llorar o un almuerzo. Greg Smith almuerza con Amy una vez pro semana. Amy vive en la calle. Verse una vez por semana les aporta mucho a los dos. Un día Amy le contó algo a Greg que él nunca se podría haber imaginado que fuese posible. Él decidió compartir la historia en Facebook, y miles de personas decidieron compartirla también. Y no me extraña: esta historia merece ser difundida para que llega a la mayor número de personas posible.
”Conocía a Amy Joe, y todos los martes de las últimas semanas hemos quedado en la misma esquina donde ella suele estar. Ni una sola vez me ha pedido dinero, ella sonríe y dice: “Buenos días, señor, que tenga un buen día”.
Yo debo vestir traje y corbata todos los días por el trabajo, y muchas personas me piden dinero. Amy Joe siempre ha sido muy simpática, nunca me ha pedido nada y precisamente por su trato agradable y educado nos hicimos amigos y comemos juntos los martes.
Solemos pasar una hora juntos y he aprendido mucho de esta persona tan positiva. La semana pasada me contó algo que me dejó totalmente sorprendido: no sabe leer.
Amy Joe ni fuma, ni bebe ni consume drogas. Y ella sencillamente no ha tenido a nadie en su vida que le enseñase a leer. Ella me contaba lo difícil que es encontrar un trabajo si no sabes leer. Todo el dinero que consigue lo dedica a comprar libros para aprender a leer. Es su prioridad, por encima incluso de comprar comida. Esta confesión me dejó totalmente impactado. Pensar que dedica el poco dinero que tiene a comprar libros en lugar de a comprar comida me hizo pensar en lo afortunado que soy de tener una familia maravillosa que siempre me ha apoyado en todo lo que elegía y hacía. Amy Joe no tiene ninguna.
Desde entonces no sólo comemos juntos, le estoy enseñando a leer también. Cada semana llevo un libro que leemos juntos durante el almuerzo y después ella sigue trabajando en el libro por su cuenta durante toda la semana.”
“Yo no escribo esto para que sintáis pena de Amy Joe o para que aplaudáis lo que yo hago, lo cuento por si esto puedo inspirar a otros a ayudar a personas que están a nuestro alrededor y lo necesitan.
Hay muchas personas como Amy Joe que necesitan ayuda y no necesariamente son mendigos y tienen hambre. Puede ser alguien de tu propia familia o alguno de tus amigos. Ayudar puede ser, a veces, tan sólo decir hola o sonreírle a alguien.
Soy un privilegiado de ganar suficiente dinero como para poder ayudar a Amy Joe y es algo que seguiré haciendo.
Nunca puedes saber quién puede necesitar tu ayuda si no intentas ayudar. Seguro que hay un o una Amy Joe en tu vida. ¿Te animas a encontrarlo/a?”
Yo le doy un gran me gusta a Greg.