Erika Aittamaa vivía con su esposo August y sus 8 hijos en su casa en Pajala en el norte de Suecia. Era a finales del siglo 19 y la mayoría de la gente era pobre, el dinero no alcanzaba para mantener a toda la familia, Erika y su familia necesitaban algo para salir de la pobreza. Tras una petición inesperada de un amigo y varias horas de pensar halló una solución que salvó a la familia, no tenían que pasar más hambre, hoy en día su invento es famoso en una gran parte del mundo.
Erika era creativa y muy buena en tejer. La revista Minnenas Journal cuenta que un día Erika tuvo una visita de un señor que tenía una petición, simplemente quería unos guantes calientes de lana y ya sabía que Erika era buena en coser y tejer, por lo tanto le pidió el favor de que le fabricara un par.
Pero el señor no quedó satisfecho con el resultado, regresó quejándose de que los guantes se ponían rígidos y duros en el frío. Erika pensó cómo resolver el problema y llegó a la conclusión de que tenía que lavar y frotar los guantes varias veces, así logró ponerlos más suaves. El resultado fue excelente y el hombre le contó a toda la gente en la zona sobre los guantes excelentes de Erika. Así comenzó el invento de los guantes “Lovikka” que sobre todo los niños han usado mucho en los países fríos.
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