Constructores avariciosos tratan de echar a una anciana de su casa – su venganza no tiene precio

Edith Macefield es lo que llamaríamos un hueso duro de roer. 

Tuvo una vida intensa, aprendió francés, alemán y otros idiomas antes de embarcarse en su carrera militar. Pero tras servir varios años en Inglaterra, descubrieron que era menor de edad y la llevaron a casa.

Cuando Edith volvió de Estados Unidos encontró una casa a su gusto. Allí pasó los siguientes 60 años, era su castillo.

Entonces unos constructores compraron todas las casas y terrenos alrededor del edificio de Edith. Estaban decididos a transnformar la zona en un centro comercial.

Pero Edith, de 86 años, no quería mudarse. Aunque los constructores le ofrecieron 1 millón de dólares por su casa rechazó la oferta.

Así que en lugar de comprar la casa de Edith, construyeron el centro comercial alrededor de él.

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Lo que nadie sabía es que Edith hizo un amigo inesperado durante la obra.

Barry Martin, el jefe de obra, llamó un día a su puerta. Él y Edith pronto se hicieron muy buenos amigos. 

Cuando Edith enfermó de cáncer de pancreas, Martin se convirtió en su principal cuidador.

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«No quería que la llevaran a un geriátrico», cuenta Martin. «Quería quedarse ahí y morir donde su madre murió.

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Cuando Edith Macefield murió en 2008, dejó la casa en manos de Martin

El contratista sabía que tenía que hacer lo correcto por Edith. No permitió que el constructor demoliera la casa.

En 2015 la casa de Edith fue donada a una ONG. Ahora sus habitaciones se alquilan a personas con bajos recursos de la comunidad a precios razonables.

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Al final, Edith logró lo que quería. Ella luchó por lo que creía y se mantuvo firme. Rechazó tirar la toalla, a pesar de las presiones de los constructores. Pero quizás lo más importante es que logró hacer algo por los demás al mismo tiempo.

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