Esta colombiana ”hackeo” la toalla higiéncica. Ahora su invento cambia la vida de las niñas en África.

Diana Sierra es una diseñadora industrial colombiana de orígenes humildes. Nacida en Santuario, Risaralda, un pueblo de 15.000 habitantes del centro de Colombia, pudo estudiar gracias a una beca para niños de bajos recursos, lo que le permitió acceder a la universidad. Sierra terminó diseñando para marcas como Nike, Panasonic o Hewlett Packard y siempre fue muy consciente del importante papel que tuvo en su vida la educación. Por eso, años más tarde, decidió hacer también algo por las niñas que hoy viven en la misma situación que sufrió ella.

Durante su maestría en Columbia hizo una pasantía en Uganda con el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y descubrió, mientras trabajaba con campesinos, que había niñas que habían faltado tanto a clases durante su menstruación que terminaban dejando los estudios y empezando a trabajar.

El motivo era que no tenían dinero para comprar toallas desechables y les daba vergüenza ir a clase y mancharse la ropa, lo que las convertiría en objeto de chistes y abuso por parte de sus compañeros, según CNN.
Según cifras de Unicef, 1 de cada 10 niñas africanas falta al colegio o deja los estudios por su menstruación.

Dejar sus estudios tiene un impacto muy negativo en sus vidas, porque terminan casándose antes y teniendo más hijos.

Diana decidió hacer algo al respecto: inventar una toallita higiénica económica y reutilizable.

Así creó su primer prototipo usando la tela de un mosquitero y materiales de una sombrilla.

Su forma final es la de una compresa normal pero hecha de tela de malla, con alas con botones que se ajustan a la braguita y con un espacio en el interior para introducir cualquier material absorbente.

Pero hay niñas que ni siquiera tienen recursos para comprarse ropa interior, por lo que diseñó un segundo prototipo con forma de braguita con el mismo sistema.

Lo bueno que tienen también es que están hechas con material impermeable y es muy fácil de lavar, lo que es clave en zonas con poco agua.

Diana empezó a comercializarlas, junto a su socio Pablo Freund, bajo la marca Be Girl gracias a un inversor que financió su proyecto después de que su historia saliera a la luz en el Huffington Post.

Ahora estos productos llegan a países como Malawi, tanzania, Mali, Ruanda, Jordania, marruecos, Georgia, Etiopía, Somalia, Jordania, Uganda, Islas Salomon y actualmente también Estados Unidos.

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