La última aparición pública del papa Francisco deja un profundo mensaje

Ayer el Vaticano anunció la triste noticia del fallecimiento del Papa. Con motivo de la Pascua, cientos de miles de personas habían viajado a Roma para estar en el Vaticano. Muchas de esas personas estaban allí el día anterior al fallecimiento, el Domingo de Resurrección, cuando el papa hizo su última aparición pública.

Con motivo del Domingo de Resurrección, el Papa Francisco hizo una breve aparición en la Plaza de San Pedro. Dado que el Papa no se encontraba en las mejores condiciones de salud, debido a una dura batalla contra una doble neumonía, la misa fue oficiada por un cardenal de alto rango.

El cardenal Angelo Comastri presidió el servicio ante decenas de miles de fieles de la fe católica, y el papa Francisco apareció en el balcón de la basílica de San Pedro, desde donde dio su bendición a la multitud congregada.

Normalmente, en esta ocasión, el Papa siempre pronuncia el tradicional «Urbi et Orbi» («A la ciudad y al mundo»), que este año fue pronunciado por un arzobispo del Vaticano, ya que el Santo Padre se encontraba en silla de ruedas.

En el discurso del Papa se abordaron muchos temas importantes y dejó un profundo mensaje. Describió cómo existe un «clima creciente de antisemitismo en todo el mundo» y también condenó la horrible situación en Gaza y reiteró su llamamiento al alto el fuego.

«Pienso en el pueblo de Gaza, y en particular en su comunidad cristiana, donde el terrible conflicto sigue causando muertes y destrucción y creando una situación humanitaria dramática y deplorable», dijo el Papa en su último discurso.

El discurso también hizo un llamamiento a la libertad de religión y al respeto de las opiniones ajenas, subrayando que sin ello no sería posible la paz. «No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás», decía el discurso. Tras finalizar el discurso, el Papa fue conducido entre la multitud en un vehículo descapotable.

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El Papa falleció a los 88 años. Llevaba un tiempo entrando y saliendo del hospital. Hace cuatro semanas abandonó el Hospital Gemelli de Roma, donde había pasado un mes ingresado. Tras su salida, los médicos le recomendaron que se tomara un tiempo para recuperarse de la grave enfermedad que había padecido.

Debido a su delicado estado de salud, el papa se había perdido la mayor parte de los actos de la Semana Santa por primera vez desde que fue elegido papa en 2013. Entre ellos, el Vía Crucis del Coliseo el viernes y la vigilia del sábado en la basílica de San Pedro, donde delegó sus funciones en los cardenales.

Tampoco asistió al ritual del lavatorio de pies del jueves, que imita el gesto de Jesucristo cuando lavó los pies a sus discípulos. El sábado, sin embargo, hizo una breve aparición para saludar a los visitantes.

El papa Francisco deja un legado hermoso y duradero. Será recordado durante muchos años como un hombre íntegro y de fe.