Rosamere Fernanda de Andrade, de Brasil, no podía dar crédito a sus ojos cuando vio a su hija recién nacida, Ruth, por primera vez. Estaba convencida de que los médicos le dieron al hijo de otra persona.
Rosamere y su entonces esposo son negros, pero la piel de su hija era blanquísima y su cabello rubio.
A pesar de las dudas, los médicos les aseguraron que era su hija.
Resultó ser que su hija era albina, una anomalía genética que provoca deficencias de pigmento. Desafortunadamente, también supone que Ruth tiene mala visión, hipersensibilidad a la luz y un mayor riesgo de infecciones.
Rosamere se llevó a su hija, pero en su corazón todavía no estaba convencida de que fuera suya. Cuando más adelante dio a luz a otro niño, esta vez sin albinismo, aumentaron sus dudas. Los hermanos se veían completamente distintos.
Luego llegó su tercer hijo, también con la piel muy blanca. Entonces Rosamere se convenció de que su hija mayor sí era efectivamente suya.
Hoy Rosamere tiene seis hijos, tres de ellos con albinismo.