Cuando suceden cosas malas en la vida, no hay nada como un hombro en el que apoyarse, alguien que ofrezca apoyo, confort y fuerzas para seguir luchando.
Esa persona no siempre tiene que ser un amigo o un ser querido, incluso un extraño puede alegrar el día de alguien.
En esta historia un hombre se sienta solo en un restaurante cuando nota a una joven que visiblemente está pasando un mal momento. Pero en una situación que muchos ignorarían, él decidió hacer algo para infundir esperanza.
La historia me llegó directamente al corazón. Es un claro recordatorio de cuán poco cuesta alegrar el día de alguien. ¡Disfruta esta historia y comparte su mensaje con tus seres queridos!
Estaba sentado en la barra de un restaurante local comiendo y tomándome un descanso en el día, sentado ahí pensando en cuán dura había sido mi vida últimamente y qué cansado estaba de hacer lo que estaba haciendo. Soy dueño de una empresa de jardinería y nunca sentí que realmente hiciera algo por las vidas de otras personas.
Mientras me sentaba ahí, sintiendo pena de mi mismo, una bonita chica de unos 25 años entró y se sentó a esperar por su amigo. No me llevó mucho ver que estaba tratando de esconderse de las miradas de otra gente y se me encogió el corazón. Podías ver cómo su pelo se estaba cayendo, ya que a tan temprana edad estaba recibiendo quimioterapia.
Me senté ahí mirando cómo ella trataba de parecer normal y cómo la estaba pasando mal. Me dolió su situación, imaginar cómo debe ser pasar por ello y conociendo parte de su dolor.
Verán, enterré a mi esposa, vi morir lentamente al amor de mi vida tan solo hace unos años. Tenía que dar un mensaje de esperanza a esta chica. ¿Pero cómo?¿Qué podría hacer?
¡Entonces tuve una idea! Llamé a la camarera y le expliqué que quería pagar la comida de la chica y su amigo pero también le dije que no podía decirles que fui yo, tenía que ser anónimo. Al hacer esto, le di una nota para que se la diera a la chica cuando le dijera que todo estaba pagado.
La nota decía lo siguiente:
«Alguien hoy pensó que eras hermosa, alguien hoy pensó que tu sonrisa brillaba de emoción, alguien hoy pensó que tus ojos iluminaban el mundo, a alguien hoy le importó y quería que supieras esto. Disfruta el resto de tu día, hermosa jovencita».
Unos 15 minutos después la joven pidió la cuenta y vi cuando le dijeron que alguien la había pagado. Ella pregunto: ¿Porqué?¿Quién?¿Para qué? La camarera simplemente le dio la nota y le informó que el hombre que lo hizo se fue, para mantenerme anónimo.
Miré cómo leía lentamente la nota. Sus ojos se llenaron de lágrimas, sólo por un momento y luego vino la sonrisa. ¡Una enorme, hermosa y esperanzada sonrisa! Iluminó la habitación y luego se sentó recta, sin importar quién la viera. Su amigo también se iluminó, no por lo sucedido sino porque su amiga se sentía hermosa de nuevo.
No es cómo nos veamos o lo que tenemos, no son nuestras casas o cuántos coches tenemos, ni tampoco cuánto dinero podamos ganar. No, no lo es. Es sobre cuánto nos importa y lo que hacemos, incluso si se trata de hacer sentir a alguien bello solo por un momento.
Sí, la comida costo solo unos dólares, pero ves que la parte más maravillosa, la mágica, salió gratis.
La amabilidad no cuesta mucho pero da mucho a cambio. ¡Por favor, comparte esta historia con tus seres queridos si también crees que este hombre hizo lo correcto!