Cuando tenía 18 años tenía la costumbre de evitar ver mi propia imagen en el espejo. Aprendí a no mirar porque quería evitar ver la verdad – yo pesaba 124 kilos.
Pero un día que iba a meterme en el auto no pude impedir verme reflejado en el espejo. Y no reconocía a la persona que me miraba en el reflejo.
Me senté en el auto y lloré. Después me fui a casa con mi madre y dije por primera vez la frase «no puedo más». Fue el comienzo de un largo camino que finalmente hizo que perdiera 50 kilos. Durante este proceso he aprendido cosas que hubiera deseado saber desde el principio. Estas son las cosas que nadie me explicó sobre bajar de peso.
Era consciente las veinticuatro horas del día del sobrepeso que sufría. Esto no solo hacía que no podía con ciertas cosas, como por ejemplo mirarme en el espejo. Atarse los zapatos era una pesadilla. También constantemente sentía que no era como los demás.
Nuevas costumbres
Lo primero que hice cuando decidí bajar de peso fue investigar todo sobre lo que era comida saludable y la que no lo era. Y entonces vino mi primer shock. Todo en lo que creía durante toda mi vida era completamente erróneo.
Y resultó que mi miedo por la grasa era realmente la principal causa de mi sobrepeso. A lo largo de mi vida, mi entorno había hablado de la grasa como si fuera la causa de la obesidad, pero cuando comencé a profundizar en ello, me di cuenta de que los productos bajos en calorías que se encuentran en todas las estanterías son en realidad peores que los «productos normales».
Supé que la razón es que los productos bajos en grasa generalmente contienen más azúcar. Hoy sabemos que hay azúcar y carbohidratos que engordan a las personas. Cuando comes azúcar y carbohidratos, el cuerpo produce insulina y es esta hormona la que nos hace engordar.
La harina es azúcar.
Esto me llevó instintivamente a otro producto que tenemos en la despensa; la harina. La increíblemente fina harina molida que se hace hoy no es comparable con la que comía mi abuela cuando era pequeña.
La harina hace que el azúcar en la sangre aumente muy rápidamente y el resultado es un alto nivel de insulina. Lo mismo ocurre con el pan blanco y la pasta también. Y entonces pensé: ”Bueno al menos tenemos las patatas y el arroz que son saludables. Pero que va, también estaba equivocado. Y casi me muero cuando supe que el almidón que se encuentra en las patatas y el arroz nos engorda.
”Pero el cuerpo NECESITA carbohidratos para trabajar, especialmente el cerebro», pensé. También me reconocí derrotado en este punto porque el hombre ha logrado mantenerse decenas de miles de años sin tantos carbohidratos y almidón como las autoridades nos recomiendan comer hoy en día.
Algo que realmente funcionaba
Aprendí que cuando limitas drásticamente la ingesta de carbohidratos (yo como menos de 20 gramos de carbohidratos al día), el cuerpo termina en una etapa conocida como cetosis. Entonces el cuerpo comienza a utilizar su propia grasa como energía.
Después de fracasar en innumerables intentos de calcular calorías, limitar las porciones e intentar varias dietas diferentes, pensé que la carrera estaba perdida. Pero cuando me atreví de verdad a desafiar mi visión del mundo, las cosas empezaron a suceder.
Pronto caí en una trampa que muchas personas pueden reconocer fácilmente: volver a ganar el peso perdido rápidamente. Y me quedé bloqueado en una viciada espiral continuada de dietas de adelgazamiento
¿Soy intolerante a los carbohidratos?
Después de cada periodo donde perdía peso, trataba de volver a los hábitos «normales» y las cantidades «normales» y esto me llevaba a ganar peso de nuevo. Me hablaron de algo que se llama «intolerancia a los carbohidratos» y después de mantener una dieta muy estricta baja en carbohidratos durante un período más largo y continuado, empezaron a pasar cosas en mi cuerpo.
Desafortunadamente hay pocos estudios sobre la intolerancia a los carbohidratos, pero para mi es suficiente saber que me siento mucho mejor con una dieta con grasa y proteína.
Lo primero que noté cuando excluí por completo los carbohidratos de mi dieta era que ya no me dolían los músculos de la espalda. También sentí que esa forma de neblina que tenía en mi cabeza había desaparecido.
Después de un tiempo probando esta dieta me di cuenta que tenía mucha energía y que tenía gansas de salir y de correr. Me compré unas zapatillas y empecé a correr y entonces comenzó a suceder el milagro.
Todo mi cuerpo comenzó a recuperarse. Mi piel mejoró, mi estómago mejoró, comencé a dormir bien y me volví más feliz. Y pude terminar con todos los medicamentos que antes necesitaba para las diferentes enfermedades.
Ahora he comprendido lo importante que es la dieta y soy muy ordenado con lo que como.
Y al mirar hacía atrás veo un camino lleno de curvas detrás de mi. Pasé por tiempos difíciles pero fue absolutamente necesario cometer esos errores para llegar donde estoy ahora.
La lección más importante
Lo más importante que aprendí es el valor de reconocer el fracaso. Porque cuando lo haces, puedes abrir nuevos caminos.
Una vez escuché una cita que decía: «La definición de locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar llegar a otro resultado»
Enlace externo: Aquí hay algunos de los métodos que utilicé para bajar de peso.
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