Un auténtico milagro de la medicina moderna tuvo lugar recientemente en un hospital de la capital portuguesa. El personal médico del centro hospitalario San José de Lisboa trajo al mundo a un bebé de 2,3 kilos, 55 días después de que su madre fuera declarada muerta.
“La incubadora fue su madre, donó el cuerpo a su hijo”, explicó esta semana al diario El País Gonçalo Ferreira, presidente de la Comisión de Ética del hospital de San José.
Se trata del segundo hijo de una paciente con cáncer de 37 años, que antes de morir expresó su voluntad de seguir adelante con el embarazo.
La mujer falleció el pasado 20 de febrero por un derrame intracraneal y, tras obtener el consentimiento de la familia de ella y el padre del niño, el equipo médico se propuso cumplir la promesa hecha a la fallecida.
Hacerlo supuso todo un réto médico, ya que para completar el embarazo los médicos debían sustituir artificialmente todas las funciones vitales de la madre, lo que no fue nada fácil. Durante cuatro meses la alimentaron y administraron hormonas.
Gracias a todos estos esfuerzos, el niño nació por cesárea el pasado 7 de junio a las 32 semanas de gestación. Los médicos explicaron que aunque su estado físico es bueno todavía habrá que esperar unos meses para saber si presenta daños cerebrales.
Según explicaron los responsables del hospital en rueda de prensa, los médicos estaban tan emocionados que muchos lloraron en el parto.
Toda una hazaña la de estos médicos que sin duda han hecho algo impagable por los familiares de la fallecida, que en medio del luto seguro encontrarán consuelo con la llegada de esta nueva vida.
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