Camarera embarazada ve nota en una mesa – al leerla no puede contener las lágrimas

No hace mucho vi la película “Cadena de favores”, de la directora Mimi Leder, y no pude dejar de pensar en lo fácil que sería hacer de este mundo uno mejor, apelando a la bondad que todos y cada uno de nosotros llevamos dentro.

Si todos decidiéramos repartir amor no sólo a familiares y amigos sino a completos desconocidos, nunca nos faltaría una mano amiga para echarnos una mano en momentos de adversidad. Afortunadamente, algunas de esas cadenas de favores parece que sí existen en la realidad.

Así al menos es como se dio en esta historia que circula en internet sobre un hombre llamado Bryan Anderson que un día se encontró a una anciana en apuros.

El hombre vio a una anciana de pie junto a un Mercedes. Al bajarse de su vehículo para ver lo que le sucedía ,escuchó el motor del viejo auto de la mujer encendido. Podía observarse claramente que el problema era que una de las ruedas estaba pinchada.

Al acercarse a ella percibió que la anciana estaba asustada, así que para tranquilizarla le sonrió y le dijo:

“Buenas. ¿Puedo ayudarle? Mientras inspecciono, usted puede sentarse en el coche para que mantenga el calor. Por cierto, se me olvidó presentarme. Mi nombre es bryan Anderson.

Cuando Bryan ya terminaba de cambiar la rueda, la anciana se animó a hablarle. Le dijo que era de San Luis y que volvía a casa cuando se le pinchó el neumático.

Estaba muy agradecida por su ayuda y quería agradecerle el gesto con una recompensa. Pero él se negó y le dijo: “Si me quiere agradecer, sólo ayude a otra persona que esté necesitado de asistencia. Y en ese momento piense en mí…”.

La anciana se fue pensativa y Bryan sintió mucha felicidad tras haber hecho una buena hobra.

Tras conducir varios kilometros, la anciana se detuvo en una cafetería. Era un local de comida rápida que estaba bastante descuidado. Bien estuvo a punto de irse a otro lado porque la escena le quitaba el apetito cuando se percató de una joven que atendía en el lugar.

Notó que la camarera estaba embarazada de al menos 7 meses y eran evidentes su malestar, fatiga y dolor. Pero aun así regalaba una sonrisa a todos los clientes que atendía.

Entonces a la anciana se le pasó por la cabeza cómo alguien teniendo tan poco podía ofrecer tanto a los demás. Así es como recordó a Bryan Anderson y decidió continuar la cadena de favores.

Tras cenar, la anciana dejó sobre la mesa un billete de 100 dólares y se fue rápidamente a su coche.

La camarera al acercarse a la mesa vio el dinero y quiso correr hacia ella para devolverle el cambio, pero el Mercedes ya estaba marchándose de allí.

No obstante, notó que había una nota debajo del billete que decía: “Usted no me debe. Le entiendo completamente. Muy recientemente, a mí también me ayudó una persona, sin pedir nada a cambio y ahora le estoy ayudando a usted. Si quiere agradecerme, simplemente no deje que este carrusel de la bondad se detenga en usted”.

¡Debajo de la servilleta, descubrió con asombro otros 400 dólares!

Este gran gesto la animó a cumplir con todo su trabajo, dejó las mesas impecables, despejó todos los platos sucios y atendió amablemente a numerosos clientes.

Al regresar a casa pensó en la mujer que la había ayudado ¿Cómo supo que estaba tan necesitada de ayuda? Con un hijo a punto de nacer y con pocos ingresos…”.

La joven se fue a la cama y abrazó a su marido que dormía y que cada día estaba pendiente de darle todo lo que necesitaba, aceptando cualquier trabajo para conseguirlo. Entonces le susurró en el oído: “Tranquilo, todo estará bien. Te amo tanto, mi Bryan Anderson!

No se si esta historia es cierta, pero se me ocurren miles de hechos reales que corroboran que hay tantos héroes anónimos como para seguir teniendo fe en el corazón humano, y en su capacidad infinita de amar al prójimo.

¡Comparte esto si alguna vez te encontraste con alguno de estos héroes anónimos!  

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